Andrés Hurtado García
Hablando de los indianos, bueno es que contemos una simpática anécdota.¿Sabía usted que los españoles dicen "aiga"? No se dice "aiga" sino haya. No señor, cuando regresaban a España algunos indianos forrados de dinero y llegaban al pueblo, se presentaban a la mejor tienda de coches y decían: Véndame el coche más lujoso que "aiga". Los paisanos, envidiosos del dinero del nuevo rico, decían: "podrá tener mucho dinero pero no sale de la ignorancia, no se dice aiga sino haya".Y así durante mucho tiempo los coches lujosos fueron llamados "aigas". Pero hoy esta palabra cayó en desuso y solo los mayores de cierta edad la recuerdan.
¿No hemos hablado de los pazos de Galicia? Eran las mansiones señoriales rurales de los nobles o acaudalados. En la Edad Media los nobles vivían en castillos de carácter defensivo. Pasada esta época se trasladaron a mansiones en el campo; son las llamadas pazos. La novelista Emilia Pardo Bazán los inmortalizó en su obra: Los Pazos de Ulloa.
Un pazo debe tener tres cosas: jardín, un palomar y una iglesia o capilla. Me lo dice Gerardo Fernández quien fue mi guía en los recorridos por Vigo y las islas Cíes. Excelente, conocedor profundo de la ciudad, de su historia y sobre todo del entorno natural de las islas Cíes. En Vigo el más famoso de los pazos es el Pazo Museo Quiñones de León. La sola fachada es imponente.
Fernando Quiñones de León y de Francisco-Martín (¡así, largos como sus riquezas, eran los nombres de los nobles! Advierto que el guión entre Francisco y Martín es importante) recibió de la reina María Cristina de Habsburgo Lorena, madre de Alfonso XIII, el título de Marqués de Alcedo, de modo que su nombre completo quedó así: Fernando Quiñones de León y de Francisco-Martín, Marqués de San Carlos, Marqués de Alcedo y Duque de Santo Mango.
Pues bien, un descendiente de este noble donó en 1924 el pazo a la ciudad de Vigo con la condición de que fuera un museo. Y lo es en la actualidad. Y ¡qué pazo y qué museo! El pazo mide 24 hectáreas y su espléndido jardín, cruzado por el río Lagares, es otro pulmón de Vigo.
El jardín está dividido en tres sectores: el superior que es una espléndida rosaleda, el intermedio que es el jardín francés con un seto de boj que forma un bello laberinto y el jardín bajo que es el inglés, llamado también "Pradera del Té" y que tiene un estanque y una islita en la que hay una maqueta que es una réplica exacta del edificio del pazo. El palomar es el más grande que he visto en mi vida; mide, a ojo de buen cubero, unos cuatro metros. El edificio alberga el museo que resume la historia de la ciudad y posee innumerables obras de arte. Mi siguiente visita sería a O Castro y la atalaya sobre la ciudad. Digamos de paso que Vigo se precia de tener el periódico más antiguo de España y se llama El Faro de Vigo. O Castro es una colina desde la que se divisa la ciudad, el puerto y las islas y fue un poblado celta en los años de la prehistoria de Vigo. Precisamente en la base del cerro se han construido tres réplicas de casas de habitación de los celtas. Y en la cima se encuentra la única fortaleza que queda en pie de las que tuvo la ciudad. Y las laderas de la colina están cubiertas de bien cuidados bosques. O Castro es lugar de descanso de los vigueses. Nos esperan todavía en esta fabulosa Vigo su más preciado tesoro natural: las Islas Cíes.
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