Andrés Hurtado García
¿Dónde estaría escrito que el martes 23 de diciembre de 2014, en la selva amazónica del Vaupés iba a ser mi día? Hasta hoy el tiempo había sido maravilloso. Se entiende por tal, que no había llovido. Pero a mediodía nos cayó tremendo aguacero que duró 40 minutos y nos dejó empapados. Recordé lo leído en "Los vagabundos del Dharma", libro de Jack Kerouac que me gusta mucho: "Cuando llueve, guarécete bajo la nube". Y así lo hicimos teniendo en cuenta proteger las cámaras.
Yo había advertido a mis compañeros sobre el peligro de las hormigas. Les había dicho que se fijaran mucho dónde ponían las manos en los árboles porque allí se puede encontrar la hormiga conga. En Colombia le decimos la conga, la yanabe, la veinticuatro porque el dolor de su picadura dura veinticuatro horas. En Bolivia le dicen la tucandera y en Brasil la paraponera. Se encuentra en las selvas húmedas de toda América, suelen tener el nido en la base de los árboles viejos, entre las hojas podridas. Un nido puede albergar hasta 500 ejemplares, pero cuando salen de él van en grupos pequeños hasta de 15 individuos y es muy frecuente encontrarlas solas, vagabundas, buscando comida o a quien "joder" como fue mi caso. El entomólogo Justin Schmidtse hizo picar de 80 himenópteros (avispas, abejas y hormigas) para determinar cuál es picadura más dolorosa del mundo animal. Clasificó los dolores de 1 a 4, siendo este último el correspondiente a la picadura de la hormiga conga. El entomólogo describe el dolor, como "caminar descalzo sobre brasas ardientes teniendo una puntilla de varios centímetros clavada en el talón". ¡Casi nada! La llaman también el insecto bala pues dicen que el dolor es asimilable al que produce un balazo. La picadura produce un cuadro clínico que puede llevar hasta parálisis respiratoria e incluso la muerte. El simpático bicho no carece desde luego de elegante nombre científico: "paraponera clavata". Los lectores pueden consultar en internet buscando la palabra conga o mejor la "lista Schmidt insectos". También podrían preguntarme a mí qué se siente cuando una conga pica.
Íbamos, pues, los expedicionarios amantes de la selva, embebidos cada uno en los pensamientos que el entorno le producía cuando resbalé y puse la mano en un tronco y allí estaba ella. Inmediatamente me picó. El dolor fue como una inyección de electricidad ardiente, con brasas de fuego. Realmente no lo puedo describir bien. Me picó en el índice de la mano izquierda. Inmediatamente el dedo se puso tieso y caliente, muy caliente y comencé a sentir todo el cuerpo helado, pensé que me iba a morir. Esta sensación de frío total era sencillamente terrible. Yo no sabía dónde poner mi cuerpo. Los compañeros, por supuesto, se alarmaron mucho cuando les dije que el dolor era simplemente insoportable y que estaba desesperado.
Llevábamos loratadina que para el caso no servía para nada. Uno de los porteadores contó que a él lo había picado una conga, estuvo tres días con fiebre en la cama, tuvo inflamación de los ganglios de la axila y de la entrepierna, lo que llamamos ceca y casi se muere. ¡Vaya consuelo que me dio con su historia! Hoy caminamos 7 horas.
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Otto Morales Benítez es uno de los pocos colombianos que no debió morirse nunca. Gloria de Riosucio, de Caldas, de Colombia y de la democracia en el planeta. Político honesto, y este es el mayor elogio que podemos hacerle. Nos hará mucha falta. Mi solidaridad profunda y cordial con sus familiares.
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