Ahora nos disponemos a recorrer el sur de esta Sicilia maravillosa. Iremos en dirección este-oeste hasta llegar al extremo de Trinacria. Todo el tiempo llevaremos a la izquierda el “Mare Nostrum”, descaradamente azul y bello, “siempre recomenzado” como lo llamó Paul Valéry en su poema “El Cementerio Marino”. Así terminaré mi recorrido por Sicilia visitando las tres ciudades cumbres del legado griego y greco-romano: Agrigento, Selinonte y Segesta. Pasamos por Ragusa, Vittoria, Gela (donde murió Esquilo) y Licata, sin podernos detener. Ragusa se encuentra ubicada sobre una colina y ofrece una vista magnífica. Y llegamos a Agrigento, a medio camino de toda la costa sur de Sicilia. La ciudad, fundada por griegos en el siglo VI a.C, ha tenido tres nombres a lo largo de la historia. El primero, puesto por los griegos, es Akragas.
Con un poco de imaginación y acudiendo a la evolución de los idiomas se puede entrever en Akragas un parecido a Agrigento. Los romanos llamaron a la ciudad Agrigentum. En el siglo IX los árabes (unos de los consabidos invasores que pasaron por estas tierras) la llamaron Girgenti, nombre que se utilizó hasta 1927 cuando se volvió al nombre romano, escrito como Agrigento. Los tres nombres tienen su parecido fonético. Otra ciudad que ha tenido tres nombres a lo largo de la historia es Bizancio, luego Constantinopla y actualmente Estambul. Sin salirnos del tema me viene a la cabeza San Petersburgo, que siguiendo consideraciones políticas se llamó Petrogrado y también Leningrado. Agrigento también se vio envuelta en las Guerras Púnicas y así en el año 210 a.C. los romanos la arrancaron definitivamente de la dominación cartaginesa. Ya dijimos que la ciudad se enorgullece de dos de sus hijos: Empédocles (siglo V a.C.) y Luigi Pirandello (1867-1936), Premio Nobel de Literatura. En la época invernal, que en estas latitudes del sur de Europa no es tan fuerte, entre los meses de diciembre y mayo el florecimiento de los almendros, me cuentan, es un espectáculo que atrae turistas de toda Europa. Entonces se celebra la “Sagra del mandorlo in fiore”, o sea la fiesta de los almendros en flor.
En Agrigento se distinguen la ciudad moderna y la antigua, llamada Valle de los Templos. Este Valle es único en el mundo por la cantidad de vestigios griegos que contiene, por la belleza del paisaje, por la armonía de todos los elementos: los campos, el mar cercano y las construcciones clásicas. Y si a ello se añade el colorido, el perfume y la belleza de los almendros en flor en la época invernal, el Valle de los Templos es uno de los pocos lugares del planeta donde el espíritu de los antiguos griegos se palpa, se huele, se toca, se admira y se vive con vibrante intensidad.
Definitivamente los amantes del mundo antiguo deberían visitar Agrigento. Estos son los monumentos del Valle de los Templos: Templo de Esculapio, Templo de Terón, Templo de Cástor y Pólux, Templo de Júpiter Olímpico, Templo de Hércules, Templo de la Concordia, Templo de Juno Lacinia, Santuario de las Divinidades Ctonias, Templo de Vulcano, Oratorio Falaride, Villa Áurea, Puerta de Gela, Santuario Rupestre de Demetra, Zona Helenística Romana. También en el Valle de los Templos se admiran los restos de las fortificaciones griegas, el Museo Arqueológico Regional y una Iglesia a San Nicolás. ¡Vaya banquete para el espíritu y los sentidos! Obviamente los templos no están completos, ni mucho menos. De algunos solo quedan las bases, de otros los muros y las columnas.
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