La noche del 26 fue hermosa, tachonada de estrellas. Permanecimos largo rato mirándolas por entre los agujeros del dosel de la selva. Hoy es 27 de diciembre de 2014. Encontramos una rana amarilla, preciosa. El avance en la selva a veces es lento por los troncos caídos y atravesados. Algunos son tan gruesos que subirlos exige mucho esfuerzo; en ocasiones es mejor hacer un rodeo. Sabemos que el suelo de la selva es poco fértil, a pesar de la cantidad de hojas, ramas y troncos que se pudren y aumentan la capa vegetal. Ya dijimos que el mayor peligro de la selva en cuanto a animales se refiere son las hormigas; en cuanto a los vegetales, son los árboles que se caen de viejos o por la acción de los vendavales. En una travesía que hicimos y que ya nombré, entre Araracuara y la Chorrera, un tremendo aguacero tumbó árboles gigantescos que cayeron cerca de nosotros y uno casi aplasta nuestra carpa con nosotros dentro. Fue una noche terrible, esperando que cualquier cosa pudiera suceder. A primera vista se creería que el suelo de la selva es fértil pues produce árboles de gran altura. No es así, el suelo es muy pobre en nutrientes; las raíces de árboles enormes "producen risa". Lo comprueba uno al pasar y ver las de los árboles caídos, desmesuradamente cortas y delgadas si se las compara con el tamaño del árbol. En cambio son muy numerosas y el árbol las utiliza para apoderarse de los nutrientes; por lo mismo las raíces no son profundas sino muy superficiales. Por todo ello un viento fuerte tumba con relativa facilidad árboles enormes.
Jairo iba delante y vio un tigrillo subido en un tronco viejo. De un salto se perdió en la espesura. A mediodía se desgajó un diluvio. Si así fue el diluvio universal con razón se inundó la tierra. Parecía que todo el techo de la selva se nos iba a caer encima y cuando creíamos que iba a escampar, un trueno cercano volvía a abrir las compuertas del cielo. Esta tromba duró 2 horas y nos dejó totalmente calados. El suelo de la selva estaba muy húmedo y por eso ayudamos a nuestros amigos los porteadores a poner alfombras de hojas para sobre ellas poder montar las carpas. Jairo colgó su hamaca entre dos palos y cuando hubo terminado se dio cuenta de que al pie de uno de ellos había un nido de congas; al principio se alborotaron, pero como no las molestamos poco a poco fueron volviendo a su agujero. Menos mal.
28 de diciembre. Hoy es día de los inocentes y esperamos que algo fuera de lo común nos reserven los niños asesinados por orden de Herodes. Por lo pronto la noche del 27 lloviznó cuatro veces y llovió duro una vez. La selva está ahora muy húmeda. La primera sorpresa vino por parte de Daniel Delgado. Ya habíamos recogido las carpas y esperado que se secaran un poco con un tímido sol que se asomaba entre los árboles y nos habíamos sentado para preparar el desayuno, cuando Daniel vio una araña grande que se mimetizaba en la hojarasca. Inmediatamente la cogí, con cariño y se movía tranquilamente por mis brazos y pecho y espalda. Los lectores saben de mis viejos tiempos en Manizales y cuando yo salía a menudo por la televisión demostrando mi idea de que "ningún animal ponzoñoso pica el suelo sobre el que camina a menos que se alimente de ese suelo".
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