Cuando se habla de integración regional se puede citar una cantidad de lugares comunes sobre la importancia del trabajo en equipo y de aforismos como "el todo es más que la suma de sus partes". Sin embargo, la necesidad y la similitud funcionan mejor como aglutinadores que las frases célebres y los discursos motivadores.
El Eje Cafetero está compuesto por pequeños territorios que comparten necesidades similares y que cuentan con retos comunes en materia de asuntos sociales y económicos que deben ser atendidos para garantizar el bienestar de su población. En este contexto, resulta insólito, y hasta fastidioso, encontrar jóvenes repitiendo discursos trasnochados sobre como el desarrollo de Risaralda impide, imposibilita u obstaculiza el de Caldas o viceversa.
Mientras en la región se sigue midiendo el progreso por el número de centros comerciales, puentes y túneles inaugurados, los tres departamentos del Eje Cafetero van perdiendo participación en la economía nacional. Según los estudios de dinámica empresarial de la Cámara de Comercio de Manizales por Caldas, en el año 2000 el PIB de Caldas, Quindío y Risaralda representaba el 4,3% del total nacional, en el 2012 la participación fue del 3,57%. A esta situación se suma una disminución en las tasas de fecundidad, un aumento en la población de personas mayores de 40 años y una reducción en la participación de la población total de personas entre los 0 y los 20 años. (Mejía, Perfil económico del Eje Cafetero, En: http://mpra.ub.uni-muenchen.de/43873) Asimismo, aunque en los últimos años se ha presentado una mejoría en los indicadores de mercado laboral, los departamentos del Eje Cafetero siguen presentando cifras de desempleo por encima del promedio nacional. En los últimos años, ha sido común que alguna de las capitales aparezca entre las tres ciudades del país con mayor número de personas desocupadas.
Estas economías, de escala pequeña, no pueden seguir compitiendo, de manera aislada, para atraer recursos que apalanquen el desarrollo. Son tan similares las necesidades de los tres departamentos, así como sus condiciones socio económicas, que no resulta viable continuar con una estrategia de quien llega primero a los recursos de la Nación, de inversionistas privados o del mercado. Porque aunque alguno logre llegar antes que los demás, cuando lo alcanza es muy pequeño para llevarse una buena parte de la torta. En cambio, si se hace un trabajo en conjunto las posibilidades de un beneficio mayor para todos son mucho más altas.
Tal vez la propuesta más cercana y real de integración es construir un sistema integrado de transporte masivo que permita el tránsito, de manera rápida, económica y segura, entre las áreas metropolitanas de los tres departamentos. Esa forma de movilización de personas generaría sinergias sociales, económicas y culturales que permitirían fortalecer y expandir la integración en otros aspectos como el comercial, el cultural, el educativo, el recreativo... Se ampliaría la cobertura, la capacidad y la competencia de los servicios instalados. Esta transformación se debe acompañar de la formulación e implementación de políticas públicas planificadas y concertadas de manera común, que permitan complementar los procesos públicos regionales, así como la economías locales para sacar provecho de las ventajas competitivas y comparativas de los tres departamentos.
Para impulsar una agenda colectiva del Eje Cafetero, es importante que prestemos más atención a ese momento en el cual nos encontremos repitiendo historias trasnochadas sobre chovinismos parroquiales, que en nada convienen al desarrollo de la región.
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