Es paradójico pero común ver en las redes sociales mensajes alusivos a como la tecnología está destruyendo parejas, familias y el tejido social, se dice que aleja del mundo tangible y acerca a uno menos presencial. Es claro que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación representan un cambio en la forma en que nos relacionamos. Al mismo tiempo, el ritmo de esta transformación es especialmente vertiginoso. Por su parte, la especie humana tiene una disposición de temor al cambio, más aún, si este ocurre rápido. En su momento también hubo quienes vaticinaron que la escritura, los libros, la locomotora, el telégrafo, el carro, la radio y la televisión iban a acabar con la vida en comunidad y la ética.

En este grado de desarrollo de la globalización, que nos ha condenado a tener las personas queridas regadas por el mundo, resulta maravilloso poder estar conectados permanentemente con familiares y amigos, no tener que esperar 30 días a que vaya y vuelva una carta o gastar un dineral en una llamada telefónica de 10 minutos. Los amigos pueden estar en cumpleaños y matrimonios con un poco de coordinación y con solo abrir una aplicación en un celular. Los abuelos ven a sus nietos gatear, caminar y hasta graduarse de la universidad desde una tableta. Ver por Facebook, Twitter e Instagram cómo se va transformando la vida, los gustos y la perspectiva de los amigos que no hemos visto en años, nos permite que sigan siendo cercanos y no unos desconocidos que pertenecen al pasado.

La tecnología no solo acerca a los que están lejos, también permite fortalecer la relación con los que se comparten el día a día porque facilita más formas de comunicación, no solo verbal o corporal, sino que incorpora imágenes, textos e información que antes no se tenían. Asimismo, permite comunicarse en otros momentos, como durante el horario laboral.

La nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones han transformado el ejercicio de la política y el empoderamiento de la ciudadanía. Ahora cualquier ciudadano puede crear un blog en el que difunde sus ideas políticas, si es lo suficientemente bueno, con un poco de difusión, su perspectiva puede llegar a influir en lo público. Mediante el uso de las redes sociales el debate democrático se enriquece porque se pueden incorporar múltiples ideas y actores para debatir argumentos. Al mismo tiempo, estas herramientas se convierten en una posibilidad para que los formuladores y ejecutores de política pública puedan interactuar de manera directa con el ciudadano. También se usan como plataforma de comunicación entre políticos y electores para intercambiar ideas, quejas y críticas.

Dirán los tecnófobos que existen investigaciones que demuestran que el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación destruyen las parejas, las familias y el tejido social. Pero un estudio para otro estudio, por ejemplo, Gary Small, neurocientífico de la universidad UCLA, realizó una investigación con 12 usuarios de tecnología y 12 personas no habituadas a ella, los metió a un resonador magnético para ver cómo se comportaba su cerebro mientras usaban un motor de búsqueda en Internet. El resultado fue que aquellos que tenían familiaridad con la red tienen mayor actividad neuronal. Esta investigación ha sido usada por los defensores de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones para decir que el uso de éstas estimula la mente y por los detractores para justificar que la altera. Las adicciones, así como los problemas de comunicación han sido una constante de la vida en comunidad, por eso los guías espirituales, los psicólogos y los psiquiatrías son más antiguos que el Internet y el Whatsapp.

Indudablemente las nuevas tecnologías de la información y la comunicación representan una cambio vertiginoso en la forma de relacionarnos, pero este no tiene que ser necesariamente malo. Les deseo una Feliz Navidad en la que puedan compartir con las personas que más quieren, de manera presencial o virtual.