Europa sufre de una ola de frío polar, se han registrado temperaturas de hasta 30 grados bajo cero que han provocado la muerte de cerca de 82 personas. Por esta razón, en Turquía, han decidido abrir las puertas de los centros comerciales a perros callejeros. Voluntarios llevan comida y mantas para que los canes puedan pasar cómodamente su periodo de hibernación.
El gesto es, sin duda, conmovedor y la noticia se ha vuelto viral. Paralelamente, la Oficina de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados -Acnur-, Médicos Sin Fronteras y Al Jazeera advierten de la difícil situación de los refugiados y los migrantes que tienen que soportar este invierno en carpas, sin calefacción, durmiendo sobre el suelo y sin el abrigo adecuado. Varios han muerto por causa del frío, otros se encuentran gravemente enfermos y algunos, incluso niños, han tenido que sufrir amputaciones por congelación.
“El invierno es un fenómeno natural que no podemos controlar, pero el verdadero problema es la falta de voluntad política para atender las necesidades inmediatas de estas personas vulnerables” han dicho desde Médicos Sin Fronteras. Por su parte Acnur ha instado "a las autoridades de los Estados de toda Europa a hacer más en relación con la asistencia y la protección a estas personas."
En este contexto, es normal que los ciudadanos se sientan impotentes. Asímismo, Médicos Sin Fronteras ha denunciado que algunos gobiernos han impedido la entrega de ayudas y el voluntariado de algunas ONG. Aún así, los ciudadanos no pierden la potestad de exigir a sus gobernantes un trato más digno y mejor hacia los refugiados y migrantes. Desafortunadamente, pareciera que estas olas migratorias, antes que motivar la solidaridad y la empatía entre los miembros de la especie humana, han generado un ambiente de rechazo y xenofobia que asusta.
El pasado domingo, Héctor Abad en su columna de El Espectador propuso que Colombia recibiera a 200 o 300 familias sirias, iraníes o afganas "de las que en estos días se congelan bajo la nieve." La idea es muy buena y sería tan beneficiosa para esas familias como para Colombia y la necesidad nacional enriquecérsenos de mayor diversidad. Sin embargo, mientras eso se debate y materializa, podríamos también ser más empáticos, generosos y solidarios con los venezolanos, cubanos, chinos… que en estos días llegan al país en busca de un futuro mejor o como tránsito para lograr el sueño de una vida digna.
Me aterra que llegue el día en el que nos movilicen más los peces de un centro comercial que la persecución y los asesinatos de los líderes sociales. No quiero presenciar el momento que sea mayor la indignación social por la muerte de dos caballos en una cabalgata en Manizales que por el homicidio de una niña en el corregimiento de Arauca. Soy incapaz de pensar que algún día, algún líder pueda estar más preocupado y prestar más atención a un perro que ha atacado y mordido a varios niños en la entrada de un colegio que a las pequeñas víctimas del animal.
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No quiero presenciar el momento que sea mayor la indignación social por la muerte de dos caballos en una cabalgata en Manizales que por el homicidio de una niña en el corregimiento de Arauca.
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