Se han llenado muchas cuartillas, como también se han dado un sinnúmero de conceptos verbales acerca de lo que se podría entender por 'ser capaces' los colombianos, y todo ha apuntado a una respuesta afirmativa de lo que podría hacer una persona natural, y aunque por unos días he estado alejado de nuestro entorno, vivencio que lo que involucra la expresión está dirigido al parecer a la masa de personas individualmente consideradas y no a las colectividades, entendiendo por estas a las empresas o sociedades tanto privadas como públicas.
Así como algunos, dentro los que me cuento, no hemos comprendido bien, o con exactitud, la real finalidad del 'soy capaz', ello lo he tratado de concebir como si se tratara de una especie de acto de contrición, con lo cual, creo, se está pidiendo al individuo qué de bueno ha dejado de hacer para que se comprometa consigo mismo y con la sociedad, a su realización; pero como yo siempre creo que los colombianos somos, en general, gente buena y solidaria, bastaría con estudiar el artículo 95 de nuestra Constitución Nacional. Los llamados a expresar de qué 'soy capaz' serían entonces propiamente los que han omitido el cumplimiento del papel protagónico que corresponde hacer ante la colectividad, y por eso mi concepción.
En ese orden, habrían compromisos de 'capacidad' que serían confesables públicamente, en tanto que otros no.
Frente a los que resultarían publicables sería responder de lo que la persona, natural o jurídica, estaría dispuesta a asumir que no lo volverá a hacer, que de cierto modo por la cultura en formación que apenas se tiene, resultaría difícil. Así, considero, de capital importancia sería 'ser capaz' de no violar las normas de tránsito y en general la Ley, o no meterse en una fila cuando otros le han precedido; no aprovecharse de la ingenuidad de los congéneres; no abusar del derecho ajeno; no hacer alardes de superioridad; no desatender a las personas; no criticar para hacer solo daño a las personas o las instituciones; no prejuzgar, pues el juicio solo lo hacen los jueces; no aprovecharse de la reventa; no volver a estacionar en lugares no autorizados; no entorpecer las aspiraciones de otros; no arrojar basuras en sitios no autorizados; no hacer cobros irrazonables, etc., etc.
De lo que no se atrevería seguramente a publicar estarían, igualmente por vía de ejemplo, ser capaz de no hacer tráfico de influencias; no aprovecharse indebidamente de la contratación estatal; no inducir a error en los productos o servicios que se ofrecen; no someter a las personas a tratos de humillación o degradación; no utilizar la función pública con fines particulares; no aprovecharse de los dineros oficiales; no negar los servicios de salud en la oportunidad que se requieren; no ofrecer o estimular el consumo de estupefacientes; no fomentar la corrupción; no escamotear las pensiones que se merecen; no agredir física o moralmente a otros (predicable así mismo en establecimientos educativos)...; por supuesto que todo eso queda en el anonimato, pero lo apreciable o importante es que se cumpla.
Si no hay despilfarro o aprovechamiento ilícito de los recursos públicos; si no se utilizan inapropiadamente los recursos naturales; si no se omite el cumplimiento de las normas jurídicas; si no se es insolidario; si no hay tampoco compromiso de lealtad y pulcritud con lo que se hace, en fin, si no hay espíritu de civismo, seguramente cualquier campaña resultará vana.
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