Cada tanto se suscitan acontecimientos, o se propician decisiones nacionales o locales que generan muchos y grandes sobresaltos que poco a poco van desenredando madejas. El acuerdo sobre la paz sí que tendrá que dar lugar a que se aclaren infinidad de cosas que han mantenido a los colombianos en las más profundas incertidumbres, y las decisiones que se adopten para su consolidación, seguramente generarán también muchos temores.
La naturaleza ordinariamente reacciona de modo natural, pero también lo hace de manera provocada ante el desafío que le propicia ese otro ser natural que es el hombre, como acontece por ejemplo con el calentamiento global. 
El viernes último se rememoraron tres décadas, ¡30 años!, del acaecimiento de los luctuosos hechos que sobrevinieron a la toma del Palacio de Justicia de Bogotá, a raíz de los cuales perdieron la vida prominentes figuras de la justicia, empleados judiciales y civiles, mientras que otras personas resultaron desaparecidas, a muchas de las cuales se les desconoce rastro alguno. La propia edificación debería tener una emblemática placa con todos los nombres y apellidos de las inocentes víctimas mortales, no solo la de los magistrados fallecidos, pues todos ellos sucumbieron por unas mismas causas: toma y retoma de la edificación en los fatídicos 6 y 7 de noviembre de 1985.
El Presidente de Colombia a la sazón, doctor Belisario Betancur Cuartas, generó grandes simpatías en la opinión pública por varias cosas, entre ellas, la prohibición de agasajos con bebidas alcohólicas en las oficinas públicas; la adjudicación de casas sin cuota inicial (sin aludir a los efectos que posteriormente produjo la upaquización de las deudas hipotecarias); la implementación de la Universidad Abierta y a Distancia; convencer a los servidores del Estado de la imposibilidad de incrementar los salarios ante la siempre cacareada crisis fiscal, al mismo tiempo que vigilaba la prestación de los servicios en los Hospitales oficiales, así como los esfuerzos por la paz. En su época también desechó la realización de un mundial de fútbol en nuestro país. Así mismo hay que reconocer de su gobierno haber sido artífice de los regímenes normativos que en 1986 modernizaron los Departamentos y municipios con la expedición de los Códigos de Régimen Departamental y Municipal, dejando con ellos sin vigencia la normativa que los regía desde 1913, así como haber propiciado la implementación de la elección popular de alcaldes; pero nueve meses antes de que culminara su mandato, ocurriría la violenta toma del Palacio de Justicia, primero, y la erupción del volcán Nevado del Ruiz una semana después, que hizo desaparecer la población de Armero con la también irreparable pérdida de vidas humanas (36.000 aproximadamente). Luego de seis lustros de los luctuosos hechos del Palacio de justicia, el expresidente sorprende con el perdón que pide a los colombianos por los errores que su administración pudo cometer con respecto a esos acontecimientos. Mucho se ha hablado y rumorado del supuesto vacío de poder que reinó en esos tristes momentos de la historia nacional.
En aquellas épocas la naturaleza se encargaría de opacar, mas no de hacer olvidar, los graves hechos sucedidos en el altar de la justicia; ¡¡cuál de los dos de mayor magnitud!!; y tendrá que ser el mismo aparato judicial el que finalmente halle la verdad verdadera de todo lo allí acontecido, incluidos los responsables políticos; así como se busca con la paz el total esclarecimiento de la verdad, el país también clama y reclama que ello ocurra frente a los laberínticos episodios del Palacio de Justicia de Bogotá, pero se necesita, no obstante el tiempo transcurrido, la decidida colaboración de sus protagonistas.