Entre muchísimas, la Constitución Política de Colombia tiene consagrada la vida como derecho y valor, además es una de las finalidades del Estado, siendo muchas las luchas que se han librado en todos los países para lograrla y preservarla: “El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte”, pregona el artículo 11 de la Carta Política nuestra, del mismo modo que lo hace la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU. No se trata del mero hecho de subsistir, sino de tener una vida digna, como lo respaldan las Altas Cortes.
La Convención Americana de Derechos Humanos también estipula que, “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”; de igual modo estatuye que “En los países que no han abolido la pena de muerte, ésta sólo podrá imponerse por los delitos más graves, en cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito. Tampoco se extenderá su aplicación a delitos a los cuales no se la aplique actualmente”; que “No se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido”, así como que “En ningún caso se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos ni comunes conexos con los políticos”; “No se impondrá la pena de muerte a personas que, en el momento de la comisión del delito, tuvieren menos de dieciocho años de edad o más de setenta, ni se le aplicará a las mujeres en estado de gravidez…”. Las normas penales de cada país, entre otras, garantizan el derecho a la vida, que es la base o fundamento de todos los demás derechos.
Y así como se consagra el derecho a la vida, también hay países con legislaciones actuales que admiten el “derecho a morir” en las condiciones que establezca la Ley (Holanda, Bélgica), y la jurisprudencia en el caso colombiano, pero un derecho a morir “dignamente”, como ocurre con la polémica eutanasia, y en donde resultan involucrados elementos éticos, religiosos, políticos, de moral, etc., y la que encuentra marcada diferencia con el “homicidio por piedad”, pero ambos dirigidos a acabar con la vida de una persona que tiene graves padecimientos. El suicidio es otra forma de acabar con la vida de una persona, disponiendo así de su propia existencia, careciendo en las sociedades modernas de la naturaleza o categoría de delito.
El ‘derecho’ a matar (pena de muerte) es una ‘potestad’ que se arrogan y reservan hoy muy escasos países (China y algunos estados de EE.UU, para citar dos) para determinados delitos; no obstante gobiernos de facto (o ya constituidos) y grupos al margen de la ley lo asumen como una especie de ‘prerrogativa’ para mantener sus organizaciones políticas o criminales.
Hago ese pequeño esbozo para aludir a los hechos acontecidos recientemente en distintos puntos de la ciudad de París, inaceptables y rechazados por la mayor parte del mundo, especialmente el occidental, como todos los atentados de similar estirpe, que se están convirtiendo ya casi en una práctica común en cualquier lugar, como los sucedidos contra las Torres Gemelas en Nueva York, al metro de Madrid, la violencia desatada contra turistas en un museo de Marruecos, el atentado contra el semanario Charlie Hebdo al inicio de este año en la misma capital francesa, el atentado contra el avión ruso, y los mismos que ocurren en los propios países políticamente inestables (Palestina, Israel, Irán), movidos normalmente por causas políticas o por pasiones religiosas. El mundo se ha vuelto inseguro en todas partes.
Sacrificar personas inocentes no tiene sentido, máxime cuando son cogidos por sorpresa en los lugares más inesperados y sin siquiera estar involucrados en ningún tipo de confrontación.
Las comunidades nacionales e internacionales deben hacer todo lo que esté a su alcance para impedir que hechos de ese tipo se vuelvan a presentar; la sociedad se supone que progresa en beneficio de la propia colectividad, que lucha por prolongar su vida, por sobrevivir, pero mientras más avanza, parece que más cruel es.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015