Con la Constitución del 91 Colombia fue declarada un Estado Social de Derecho. A pesar de carecer de músculo económico para convertir en realidad esas loables propuestas, el pueblo aceptó la ruta trazada. En este caso, una constitución no era reflejo de una realidad, sino propuesta realizable a futuro.
En estos últimos 25 años lo social ha sido destacado, el Estado se ha comprometido con hacer prevalecer en su marco jurídico una finalidad específica que halla su centro asistiendo los derechos del ciudadano menos favorecido y buscando un equilibrio entre los habitantes. El Estado falla debido a que carece de recursos económicos, no los produce, quedando ese propósito social desamparado y no hay nada más desgarrador que verlo balanceándose entre el deber jurídico y sus limitadas posibilidades económicas.
En el segundo ingrediente, o sea en el derecho, también hay inmensas fallas que muestran otro desequilibrio grave. Técnicamente sobran leyes, y su ejecución es mínima. La ineficiencia del aparato judicial es enorme, tanto que su credibilidad se ve afectada. Con el último asesino en serie descubierto hace pocos días, de nuevo se ve como la justicia en Colombia cojea demasiado. ¿Cómo es posible que las denuncias de los parientes de los muertos, casi 30, no condujeron a nada? ¿Quién investigó? ¿Cómo se adelantaron esos casos? ¿La justicia en Colombia trabaja solo para los ricos e influyentes, como lo vemos en el caso Contreras? Sucedió de igual forma con los niños asesinados por Garavito que eran estrato 1 o tal vez menos. Me pregunto: ¿Las denuncias de esas madres y padres fueron tramitadas debidamente? ¿Hubo dineros para hacer las investigaciones como lo manda la ley?
Ese aspecto adquiere proporciones aberrantes, pero a la vez podemos estar complacidos de la creación de una justicia transicional que funge como marco legal para el Proceso de Paz. ¿Será que este marco legal se convertirá igualmente en letra muerta, como muchos otros parágrafos de nuestra inteligente jurisprudencia?
Sospecho que nuestro Estado con su actitud arrogante no saldrá bien librado cuando le toque atender el tan publicitado postconflicto. Hay muchas cosas que en Colombia deben cambiar para que haya una paz digna de mostrar y de vivir.
Si la Farc propone reformas ¿Por qué al resto de la población no se le dio la oportunidad de aportar ideas para construir una mejor Colombia? ¿Será que se adquieren derechos plenos en esta democracia participativa secuestrando y dando bala?
El Estado negoció bajo ciertas premisas, como la que expone que es más económico para el país poner a sueldo a los guerrilleros que combatirlos militarmente. Concluyo entonces que se trató en este Proceso de Paz de un tire y afloje, y no de reunir aportes para hacer realidad la Colombia que queremos. Entonces la paz significa para el Estado menos gasto en un ejército, y para la Farc desmovilizar los frentes en el monte y salir a la plaza pública con lo que les queda de ideas políticas. ¿Dónde queda entonces la evolución del país? Desaparecen los síntomas, pero el cáncer sigue igual. ¿Qué lección nos dejan esas décadas de guerra? ¿Con qué cara podrá la guerrilla hacer campaña política después de tantos muertos? No creo que con monumentos a la guerra estos hombres conquistaran los corazones y la voluntad de los colombianos, distan ellos de haber obtenido los logros de Bolívar que sí movilizó la voluntad de un continente a pesar de la sangre que corrió. ¿O será que la Farc hará política como la mayoría de los políticos colombianos que son expertos en cinismo y campeones de la incoherencia?
No sé, en cuanto una paz frágil carente de cimientos sólidos no sea peor que una guerra declarada.
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