Ian Park, alto ejecutivo de Medoro a finales de la década pasada, se instaló en ese entonces en un apartamento en Medellín. Desde allí daba órdenes que sus hombres cumplían en Marmato, donde esa compañía canadiense había comprado la mayoría de minas. Ya estaban perforando la tierra, como parte de la fase de exploración de un proyecto que se proponía explotar oro a cielo abierto. De las perforaciones sacaban fragmentos de roca que servían como muestra para que un laboratorio luego tradujera en números lo que era obvio: la infinita riqueza aurífera del municipio. Partecitas de esas rocas fueron a parar al apartamento del señor Park, a un jardín que brotaba de forma extravagante al lado de la sala y que él mostraba como quien muestra un souvenir recién traído de un viaje turístico a cualquier país. ¿Qué mejor imagen para mostrar su poder y soberbia?
La escena es de Marmato, documental estrenado hace unas semanas en ese municipio y en la Feria Internacional de Cine de Manizales, y presentado el miércoles pasado en Bogotá como parte del festival Ambulante. A mi juicio, dos razones explican el valor de ese testimonio sobre lo que allí ocurre. Primero: aunque toma partido, no es un panfleto. El acercamiento periodístico al conflicto entre mineros, gobiernos y compañías extranjeras en ese pueblo ha tenido varios enfoques: el que le come cuento a las empresas y hace ver a los trabajadores como tipos irresponsables con su seguridad y el medio ambiente. Otro que, sin investigación suficiente, deja el partido en tablas. Y otro, el panfletario, que asume la defensa del pueblo desde una mirada plana en la que la gente es atacada por una fuerza extraña, llamada multinacional, que solo agencia el mal pero nunca da su testimonio. A la superación de esto último es que quiero referirme, porque en este documental la multinacional sí tiene voces y rostros: el de Ian Park, por ejemplo, que sentencia sentado en un sofá: "Marmato es un desastre"; también el de un tipo llamado Lawrence, que dirigió las exploraciones y a quien vemos escupiendo descarnadamente frente a la cámara; o el de María Consuelo Araújo, cabeza de la Gran Colombia Gold (que absorbió a Medoro) regalándoles a los estudiantes de colegio útiles escolares marcados con el logo de su empresa. El logro del director, Marc Grieco, no es otro que dejarlos en evidencia, hacerlos hablar sobre eso que suponemos hablan cuando están en privado, pero que difícilmente les escuchamos en público. Un discurso en el que la gente pesa muy poco.
No es fácil. Quien lo haya intentado sabrá que suelen escudarse en su carácter privado para no dar la cara, o que, si mucho, usarán como canal de comunicación un frío comunicado de prensa. Esa barrera la superó igualmente el periodista francés Romeo Langlois en su documental Por todo el oro de Colombia, también con la Gran Colombia Gold, en Frontino (Antioquia). Pero no es fácil, y Marmato, la película, nos deja ver esa necesaria perspectiva.
La película también es valiosa por las historias de vida que cuenta. Lo que ocurre en el pueblo, en buena medida, es un litigio jurídico y una lucha por el territorio que se traducen en dramas personales. Uno termina entendiendo el valor de la bendición que cada mañana le dan las hijas y la esposa a Dumar, para quien trabajar en la mina se hace más difícil a medida que pasan los seis años que abarca la historia. Uno siente rabia por la tragedia de Conrado, un viejo que se negaba a vender su mina e insistió en meterse al socavón hasta que un día, solo -pues debió despedir a sus trabajadores- quedó bajo las piedras en un accidente, inválido para continuar.
Ojalá el caldense Gabriel Vallejo, nuevo ministro de Ambiente, vea este documental triste, sobrecogedor y duro. Sobre todo duro, como la escena en la que Lawrence, metido en la oscuridad de una mina con Dumar, otro minero y una mujer que sirve de traductora, les explica cómo funciona este negocio: la compañía, asegura, compra las minas al precio que considera justo, no al que pidan los dueños. Eso es ilegal, lo increpan los mineros. Sí, responde el extranjero, "pero lo van a hacer legal". Que lo sepa el ministro.
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