En la isla británica de Brown Sea se escuchó el 29 de julio de 1907 la voz nítida de Sir Baden Powell que había organizado un campamento juvenil con jóvenes aguerridos y sin pereza; eran 20 aquellos muchachos que durante un fin de semana vivieron a campo abierto y en la noche bajo carpas de lona; BP (Baden) los reunió y en un momento de la jornada en tres patrullas o equipos les inquirió: "Scouts del mundo" (jóvenes exploradores del mundo) y ellos contestaron con ardor: "siempre listos".
Aquel día, hace 108 años, se consigna como el natalicio del movimiento scout internacional; BP quiso dar a la juventud una orientación hacia la excelencia de vida, fuera de las palabras pereza o imposible, retirados de toda mediocridad; les decía BP con vehemencia: "es urgente que dejemos este mundo mejor de lo que lo hemos encontrado" y para ello hay que permanecer siempre listos para servir, con las virtudes de lealtad, pureza y sacrificio que como tres mosqueteros defienden la existencia de cualquier caída en mediocridad.
Buscó hacerlos exploradores del mundo, aprendiendo a la supervivencia en la selva, orientando la destreza física y mental, dando pasos de servicio a los demás con virtudes emanadas del Evangelio y sin perder de vista a Jesús de Nazaret como fuerza y guía.
Sin negar el valor de la educación escolar, BP quiso dar fuerza a la vida de cada día en contacto con la naturaleza, las cosas sencillas y el aprendizaje para vivir en la dificultad, la orientación del tiempo libre en el servicio a la humanidad y el cuidado a la naturaleza. Al aire libre y cuidando la creación se pretende educar en la valentía, el esfuerzo, el sacrificio, la superación diaria.
Hoy necesitamos que el escultismo no decaiga en su labor de alta pedagogía para la juventud y alta orientación vital; gracias a su fundador y a quienes han continuado su gestión, así como a quienes desde diversos movimientos, comunidades y grupos de juventud dan horizontes de buena y sana existencia.
Decía hace años el Papa Pío XII (año 1940) que en el mundo sobran los que hablan de la juventud, de sus costumbres o fallas pero falta quienes hablen con la juventud; por eso hay que agradecer a quienes cada día hablan con la juventud para dar horizontes y razones de vida.
El papa Francisco en su carta sobre la ecología anota que es preciso recalcar que "la espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco; es un retorno a la simplicidad que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos y entristecernos por lo que no poseemos" (Nro. 222).
Edificar el futuro es en parte saber dar a la niñez y juventud las razones para esperar y vivir, los motivos para luchar y seguir, senderos de amplios horizontes; los movimientos y grupos juveniles son atmósfera eficaz para ello.
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