Al arrancar hoy la hoja del calendario encontramos una verdad: comenzamos el segundo semestre del año, se nos parte el año en dos, han pasado seis meses que cada uno puede calificar de buenos, regulares o malos pero se nos abre el portalón hacia nuevos seis meses con días en blanco en espera de ser llenados con letras de bien y progreso.
Es posible que este primer semestre que ya pasó estemos en deuda con la vida porque hemos trabajado mal, no hemos cumplido lo que nos corresponde, nos hemos iniciado en caminos torpes y oscuros y este segundo semestre es una oportunidad puesta para mejorar: empezar lo que tenemos estancado por pereza o desorden, ordenar lo que hemos desorganizado, cumplir lo que tenemos a un lado, dejar lazos que nos están atando pero que no convienen a nuestro camino.
Pero también el primer semestre es posible nos haya traído ascenso, progreso, gozo al hacer el bien lo que nos ha correspondido, haber alcanzado un logro o meta, haber iniciado una nueva etapa profesional o vocacional, estrenarnos como padre o madre, estar manejando un mayor caudal económico en forma próspera, sentir que estamos más fuertes para asumir una enfermedad, un tropiezo, un fracaso, la vida diaria.
Un segundo semestre nos enruta para continuar cultivando lo que se ha sembrado y empieza a dar buen fruto, para seguir en lo que encontramos acertado en la existencia, para no dejar hundirse lo que se ha cimentado sobre buenas bases.
Los griegos encontraron en su vocabulario una manera sabia para emplear el tiempo; tenían de él una doble manera de enfocarlo; al tiempo que pasa cada hora o minuto, al que avanza llevándonos a un final, el tiempo que no se puede parar, ni cambiar o remediar lo llamaron "el cronos": el tiempo que transcurre, que no vuelve, que se cuenta por el reloj o el cronómetro; es el tiempo como imposición, carga, marcha irreversible.
Pero bien sabemos que hay minutos que son eternidad, periodos que son riqueza, momentos inolvidables que dan fuego al demás tiempo que transcurre; es el tiempo que pierde medida de duración, que corto o largo es precioso por lo que trae a nuestra vida; los griegos expresaron ese tiempo con el nombre de "cairós" o tiempo de gracia, de gozo, de belleza, de alta y durable significación, que queda tatuado en nuestra mente y emoción para siempre, es el tiempo de amor, de sentido, de alegría, de subir a la cumbre de lo bello y bueno que se fusionan.
El tiempo va haciendo la historia, sea universal o personal; por ello se ha dicho que la Historia de la salvación es la salvación de la historia, o lo que es lo mismo, el cairós llena de luz el cronos.
Una manera correcta y al alcance de todos para llenar el tiempo de gozo es la diaria oración: es dar al cronos el perfume del cairós, es convertir lo corriente en amor, en gozo, en realización.
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