Con frecuencia visitan a Colombia y a Manizales personalidades que poseen especial caudal de sabiduría por sus conocimientos bien aplicados a las diferentes etapas o estados de la situación en la existencia.
Hace poco visitó a Colombia el director general de la Nasa y se le pidió que nos hablase del espacio y su conexión con la tierra; vienen otros expertos en estudios sobre la tierra, el cuerpo humano, la mente, el ambiente o el mar; ya Serrat canta bellamente: "háblame del mar marinero".
Cada uno de nosotros debe saber hablar sobre su vida, su historia, sus deseos y proyectos porque si es verdad que "no se ama lo que no se conoce", es un don conocerse, saber sobre la riqueza de la vida; ya lo anotó la antigua máxima: "conócete a ti mismo": es principio de sabiduría y acierto en la existencia.
Pero sucede a veces lo acontecido con un abuelo y su nieto; el viejo sacó con orgullo de su baúl unos prismáticos (lentes o binóculos según otros) para compartir con su bello nieto las cosas de la vida; mira, le dijo, si miras por acá verás todo muy grande y cerca y si miras por este otro lado verás las cosas lejanas y pequeñas; te sentirás como en el mundo de la fantasía, toma.
El pequeñín recibió el artefacto aquel y en efecto quedó trasladado al mundo de las emociones: cerca, lejos, grande, pequeño; es extraordinario, abuelo, no sabía que esto existiera y que tú lo tuvieras; el abuelo se sintió poco menos que orgulloso.
Pero el nieto le pasó el binocular pronto, de repente su entusiasmo primero bajó; no te gustó, preguntó el abuelo extrañado a cuya pregunta el pequeñín respondió: abuelo, el aparato está dañado, pues no se ve claro, no se ve bien, está borroso.
El abuelo con calma le explicó: hijo mío, no está dañado ni sucio, lo que pasa es que no te expliqué algo muy interesante; para ver claro hay que graduarlo, mira, de aquí se cuadra y verás bien; así lo hizo y la sonrisa asomó en su bello rostro; sorpresa y gozo le inundaron.
Cuando el prismático está borroso no lo tiramos como inservible, sino que bien sabemos que hay que graduarlo, hacerle ese ajuste preciso y todo queda bien; así es la vida, la existencia, nuestra historia; de primera mirada aparece a veces sin sentido, borrosa, oscura, pero si con paciencia ajustamos el entorno, todo se aclara y embellece.
Juan Pablo II publicó el 4 de marzo de 1979, al comienzo de la Cuaresma su bella carta "el redentor del hombre" para resaltar la hondura del ser humano, su esplendor y belleza pero a condición de saber mirar, de mirar hacia adentro de la vida; Cuaresma es para leer más la Palabra divina, orar más y mejor. Tiempo de ajustes necesarios para mirar con mayor verdad la existencia y disfrutarla en toda su belleza.
No tire fuera los prismáticos de la oración; haga los ajustes necesarios y verá mejor la vida, el mundo, el camino.
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