Hoy 28 de septiembre es el Día del Vendedor; de aquel o aquella que nos ofrece desde una aguja hasta una nave espacial, sea en el almacén de sofisticada presentación y amplias galerías como en un rincón de la calle; es el vendedor que nos proporciona lo que necesitamos o nos presenta como necesario lo que no hemos deseado.
Es un servicio que en la sociedad tiene un papel importante; Teresa de Calcuta anotaba, resumiendo lo que muchos pensadores han recalcado, que quien no vive para servir no sirve para vivir, que se aplica no tanto en la eficacia cuanto en la donación sencilla de la vida diaria; un buen enfermo sirve no haciendo más difícil la situación de limitación.
Og Mandino reflexionó sobre todo esto en su obra: “el vendedor más grande del mundo” e imaginó a un hombre que desea llegar a ser el mejor vendedor y que encuentra en un cofre unos pergaminos que le indican cómo llegar a tener éxito en el desarrollo de su existencia.
Al abrir el primer pergamino que es la base de los demás encuentra indicaciones de precisión: “soy un ser único de la naturaleza; soy el resultado de miles de años de progreso y estoy equipado tanto mental como corporalmente más que todos los sabios que me precedieron. No estoy de casualidad en esta tierra; estoy aquí con un propósito; acrecentaré mis conocimientos, practicaré y puliré palabras y obras que me ayudarán a ofrecer mejor lo que poseo”...
Reconoce que esos pergaminos que encuentra expresan “todo el éxito, toda la felicidad, el amor, la paz mental y la riqueza que ha deseado; cada lucha, cada derrota acrecienta la destreza y la fuerza, el valor y la resistencia, la habilidad y la confianza”.
Mandino enmarca la existencia desde la faceta de vendedor para concluir que cada uno de nosotros es un oferente, tiene algo que dar y entregar para la felicidad de los demás; no hay día en el cual no podemos “vender”, dígase ofrecer y donar a los demás lo que tenemos en nuestra vida.
No hay que quebrarse los sesos para intuir que aquellos pergaminos para nosotros son la Palabra de Dios que en la Biblia ofrece todo un camino de vital servicio, de fructuoso dinamismo en la entrega de cada día, de posibilidad desde la niñez hasta el último día de desgranar la historia en las notas de la entrega y el servicio.
Por algo concluye dibujando en San Pablo el líder y ejemplo de buen vendedor, de aquel que se capacita, cambia actitudes y con dinamismo ofrece al mundo la vida de Jesús de Nazaret.
Gratitud a los vendedores que con paciencia, simpatía, buena atención y acogida con amable despedida, nos ofrecen tantas cosas necesarias unas, placenteras otras y de bello ornato. Todos podemos ser “el vendedor más grande del mundo”.
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