Ya hace parte de la vivencia de muchos el emplear este tiempo de Semana Santa para el turismo: bien dirigido, barato, con perspectivas de estar pensando en Dios a ratos, casi siempre para dejar la conciencia un poco tranquila; si me digo creyente, pues a algunas cosas me asomo y si no lo soy pues al menos me parece que obro con cierto decoro y respeto; es lo de hoy, quedo bien, soy moderno y muestro que tengo manera de no quedarme en la misma parte y con la misma gente; soy turista de hoy y religioso para mayor señal.
Thierry Maertens tiene al respecto de esta semana mayor un comentario que me parece atinado y oportuno: "Jesús no es el turista rico, incluso desbordante de simpatía que viene a visitar las tierras subdesarrolladas de la humanidad; es el servidor de todos, el esclavo por antonomasia pues su modo de ser Dios es la pobreza".
Comenta Fulton Sheen: "no fue nuestro Señor precisamente un mendigo?; Él se anonadó como el pobre por antonomasia; dependió tanto de los demás que pidió agua a una mujer samaritana, un asno a un hombre con un cántaro, pan a un muchacho de Cafarnaum, tinajas al mayordomo de unas bodas y sepultura a un hombre rico".
Fue la cruz lo único que no tuvo que mendigar: eso se lo dimos nosotros sin esperar a que Él la pidiera; Él era el Dios rico hecho pobre (Cor 8,9)". Nosotros pobres en tantas cosas podemos enriquecernos con el amor, generosidad, castidad, obediencia, trabajo, entrega, todo venido de Él.
Es casi desconcertante: Él que había podido no venir al mundo, viene y vive en medio del mundo mostrando que ello no constituye un obstáculo para caminar hacia Dios y ser felices y santos, solidarios y comprometidos con la Verdad; Él vino a salvar al mundo no a suprimirlo y se adentró en el mismo corazón o centro donde está el dolor, la violencia, el insulto y la muerte y allí vivió el amor para enseñar a cada creyente a una decisión por la vida plena de fortaleza y ajena a la medianía.
El triduo pascual que se avecina nos lleva de la mano a vivir grandes misterios de la existencia: la cena como cercanía de amor entre unos y otros, viviendo como comunidad, la pasión como expresión de un seguimiento sin miedo y sin huidas, la crucifixión y la muerte como muestra radical de que dar la vida por los otros es expresión de altísimo amor.
No fue un turista: vivió entre los seres humanos tendiendo la mano alegre a todo necesitado, fue valiente para ser fiel al camino de expresión del amor auténtico, fue empequeñecido hasta la mínima expresión pero resucitó, vive y da la vida para mostrar que las caídas, obstáculos, oscuridades, sinsabores, todo ello es superable desde la cruz y resurrección, desde la cruz hacia la luz.
Días de aprendizaje vital con el mejor Maestro de la Verdad y el único de la salvación: no pasemos de largo ni dejemos que estos días pasen sin movernos; llegaremos a feliz Pascua.
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