Lo recogieron de en medio de la calle; sangraba por la boca y nariz, así como desde un punto de la cabeza aún no determinado; lo acomodaron con cuidado en la camilla y solo emitía algunos gritos de dolor.
Al buscar en su billetera encontraron sus datos: hombre de 60 años, buen ciudadano, padre de familia, trabajador; su familia acudió al ser llamada y empezó una historia triste y preocupante.
Que recibió muchos golpes: que es urgente una operación de hombro, la puesta de platinas en una pierna y en un brazo por fracturas múltiples que tiene; que de un hospital, pasó a otro, que esta gestión la paga el seguro social que esa otra gestión no corresponde al seguro, que la operación vale tanto y más.
La esposa trabaja y pronto entró en líos por pedir tanto permiso para estar con el esposo; los hijos estudian y su rendimiento está afectado porque el quedarse en la noche turnados con su padre, la tensión constante les rebajó el rendimiento escolar por efecto de sus preocupaciones.
Después de cuatro meses de ir y venir, de tenerlo en el hospital en el largo tratamiento de recuperación, la familia empezó a resentirse por el agotamiento tanto físico como económico; la falta de sueño, la regular alimentación, la constante preocupación hicieron consecuencia negativa en esta buena familia.
Cuatro meses sin saber dónde está su padre porque para rebosar la copa no ha regresado aún a la realidad desde aquel día y aquel golpe duro y brutal; no reconoce a los miembros de la familia, su mirada perdida parece buscar un punto de luz, sus palabras casi siempre sin lógica y razón acaban por confundir a todos.
¿Dónde está, en qué piensa, qué pasa en el interior de su vida, se recuperará algún día?; toda una familia ha entrado en crisis, en crecimiento y en desgaste para todos; los cuidados buenos en su mayoría y costosos en otros momentos van creando una cadena de angustia y preocupación de alta intensidad.
Salió bien de su casa pero en un instante todo se vino abajo por la loca velocidad de un motociclista que pasó raudo y al darse cuenta de lo ocurrido aceleró y hasta hoy nadie sabe nada; la locura veloz de un irresponsable que ni siquiera frenó y puso la cara, ha traído consecuencias dolorosas para una familia.
Dije un motociclista, no una moto, porque las motos no son más que un vehículo de transporte bueno, módico y eficaz, pero lo que es dañoso es el motociclista drogado, borracho, afanoso, sin normas de tránsito para cumplir, sin responsabilidad alguna de vivir.
Podrá uno después de causar este mal dormir tranquilo, reír ufano, transitar contento?; nos falta corazón, conciencia, ética... Dios.
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