¿Qué haría Napoleón Bonaparte ante los acontecimientos que vive Francia en la actualidad por los ataques de grupos terroristas?; algunos se lo preguntan hoy.
El dos de diciembre de 1804 Napoleón estaba en la cúspide de su gloria por sus múltiples triunfos; nacido en Ajaccio en 1769 Napoleón se preparó en París en los estudios militares; desde un comienzo dio muestras de valentía y sobre todo audacia y astucia para atacar y defender.
Pronto llegó a general; triunfos como en Austria, Castiglione, Arcole, Rivoli y Marengo tejieron su gloria inicial; la toma de Egipto fue triunfo y después derrota; en medio de esta exitosa gestión militar dio golpe de Estado y era reconocido, obedecido y admirado.
Cuando aquel dos de diciembre era coronado, o mejor se coronó él mismo, rompiendo la tradición de que era el Papa o un alto jerarca quien coronaba al mandatario, la gente miró el gesto con simpatía y entusiasmo; era grande y todo lo podía hacer, se decía, era el eco del lema de la revolución "libertad, igualdad, fraternidad".
Siguió el curso de su historia y nunca ocultó su pasión por las batallas y estrategias bélicas; Austerlitz, la toma de España, las incursiones en Rusia y Prusia continuaban marcando los caminos de la gloria; una anécdota muestra su manera de pensar engrandecido; cuando un subalterno en forma de chanza le dijo "general, soy más alto que usted" (haciendo alusión a su baja estatura) Napoleón le contestó sin rodeos" usted es más alto pero no más grande que yo".
Pero el tiempo que enseña con el abecedario de los años, se cumplió en su grandeza; después de la batalla de Waterloo en 1815 se entregó a los británicos y fue desterrado a la isla de Santa Elena donde moriría en soledad, derrota y olvido.
La lección es clara para la humanidad: la grandeza, la fama, el honor son efímeros y pasajeros espacios de la existencia; casi siempre por la enfermedad, las persecuciones, las limitaciones que llegan con los años toda grandeza disminuye y a veces se pierde.
Es sabia la Escritura cuando anota que el que esté en pie cuide no caiga; llegar a la cúspide de algo no tiene como contrapartida el orgullo, el desprecio, el desconocimiento de la dignidad y valor de los demás.
Napoleón coronado y vencido es un retrato de la realidad humana; no es que triunfar, ostentar premios y logros, estar en ocupaciones de inmensa responsabilidad y reconocimiento sea malo, o inconveniente o de rechazo sino que es necedad creerse más que los demás, mirar al resto de la humanidad como inferiores, humillar o tratar mal a los demás; Nietzche dijo algo sabio que bien lo vivió Cristo: "he encontrado la fuerza en los seres simples y dulces".
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