Hace más de un año un grupo de habitantes del “Arauca vibrador”, como lo dice la canción, invitó a algunas personas integrantes del Frente Amplio por la paz a visitar la vereda del Oasis, un lugar emblemático de este bello departamento colombiano, en el cual hace algunos años se habían enfrentado las guerrillas de las Farc-Ep y del Eln, lo cual había dejado como saldo sangriento muchas muertes, dolor y resentimientos.
Allí llegamos después de recorrer kilómetros y kilómetros y viajar al lado de la ribera del río Arauca, el cual más que frontera aparece como vecindad de nuestros hermanos venezolanos. En esta ocasión fuimos recibidos en Arauquita y en la vereda del Oasis por sus habitantes, en medio de banderas blancas y vivas hacia la paz. La exigencia de quienes asistieron a este encuentro fue que el proceso de cese unilateral al fuego decretado por las Farc y que a su vez iba a significar la suspensión de bombardeos y de acciones ofensivas de las fuerzas militares, se profundizara y que el Eln formalizara pronto la mesa de negociación con el Gobierno Nacional, es decir, que se protegiera la vida.
Y como suele ocurrir cuando salimos a las regiones a escuchar a las comunidades, y a quienes viven en carne viva el conflicto armado, estas exigencias fueron formuladas en medio de denuncias, de inmenso dolor, de la indignación de las víctimas, pero también, como lo expresaba el profesor Flas Borda, emerge “la otra cara”, la que expresa la indomable fuerza del pueblo colombiano en sus canciones, sus coplas y en las narrativas en las que se mezclan la muerte y al mismo tiempo la fuerza descomunal de la vida de quienes habitan en nuestra Colombia profunda. En medio de mucha algarabía y también mucha tristeza, regresamos a la Bogotá donde cientos de sus habitantes no quieren reconocer aún que vivimos una guerra entre hermanos desde hace más de sesenta años.
Nuestro compromiso, desde el Frente Amplio por la Paz fue continuar insistiendo en la búsqueda por la salida negociada al conflicto con las Farc-ep y con el Eln y es lo que hemos hecho durante todo este tiempo. En alianza distintos sectores de la academia, las iglesias, las comunidades de fe, las organizaciones sociales, de paz y reconciliación, eclesiales, de derechos humanos, de mujeres, de partidos políticos y distintos liderazgos del Congreso, con el apoyo y compromiso de la cooperación internacional, hemos venido sumando voces, acciones, reacciones y propuestas para que la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (Eln) se sumara a esta esperanza de paz que tiene Colombia. A partir de julio de 2015 emprendimos la iniciativa de Paz Completa a través de la cual hemos promovido estos diálogos. Con acciones en medios alternativos y redes sociales convocamos a la opinión pública para que acompañara nuevamente en una caravana que se realizó por siete municipios de Arauca a finales del año pasado y que finalizó en el Foro Internacional por la Paz Completa en Tame (Arauca) en diciembre. De igual manera promovimos desde los medios nacionales dicha convocatoria que incluyó el apoyo de la comunidad internacional, una misiva al papa Francisco y encuentros y conversatorios con personalidades y generadores de opinión, entre otras acciones.
El anuncio de que la mesa inicia en mayo en Ecuador nos llena de alegría y optimismo, sobre todo porque sabemos que cerca de ocho millones de víctimas no aguantan más esta guerra cruel y degradada. Estamos, como diría el padre Francisco de Roux, ante la oportunidad histórica de dos procesos pero una sola paz.
Sin duda este nuevo proceso dará a la mesa de conversaciones de La Habana y a los acuerdos que allí se logren elementos como el de la participación social que permitirá afianzar e implementar los acuerdos a que se llegue, de manera tal, que se adopten y apropien políticas y programas verdaderamente transformadores de la realidad colombiana. Aquí nos estamos jugando la posibilidad de vivir juntos en medio de las diferencias y de crecer como país en donde la vida de la gente sea de verdad sagrada y donde se hagan los cambios estructurales que exige la convivencia pacífica, la justicia social y la verdadera democracia.
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