Estaba en mora un análisis serio por parte de las autoridades académicas nacionales, ya se había expresado la existencia de incoherencias con la realidad de la investigación universitaria que se realiza en Colombia. La directora del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias, ha notificado que se van a implantar otros sistemas para evaluar la producción científica que se obtiene en el país.
La investigación en Colombia tiene dificultades para encasillarla dentro de delineamientos que permitan compararla con la de otros países, otros grupos de investigadores y con la obtención de resultados útiles, inmediatos o futuros, por cuanto los trabajos de elevada calidad tienen cierto grado de intemporalidad.
En términos simples, la investigación puede dividirse en dos grandes grupos con sus subgrupos que facilitan el manejo de las diferentes temáticas de investigación: Por un lado, ciencia y tecnología, CT, y por el otro sociales y humanidades. Cada rama tiene sus objetivos no intercambiables, así en ocasiones puedan complementarse.
Ahora que se anuncian, se ostentan y mal interpretan las ubicaciones en los escalafones, es necesario para estar dentro de los reconocidos, y que la investigación tenga estándares aceptados internacionalmente ya que la mayoría de la que se realiza en Colombia carece de elementos que la ubiquen entre las mejores del planeta.
En honor a la verdad, existen grupos de investigadores en varias universidades cuyos resultados medidos en artículos de valor académico en ciencia, tecnología, sociales y humanidades, son reconocidos por sus pares nacionales e internacionales, igual sucede con las relativamente pocas patentes que se logran.
La poca o ninguna calidad de la investigación pagada y desarrollada al interior de las universidades es culpa de ellas mismas, por ser laxas tanto con sus investigadores como con los procesos que deben imperar. En Colombia no son fáciles la mayoría de los procedimientos investigativos, ni todos son económicamente factibles en cualquiera de las disciplinas si se quieren obtener resultados de primer orden. Las universidades reconocidas y los grandes emporios de investigación del planeta establecen una diferencia insondable.
Es inaceptable que en una reconocida universidad los pares externos, de elevado nivel académico, declaren desierto el premio a la investigación porque la calidad es inferior a lo esperado. ¡Aquí es cuando la intención y la boca, desbordan las realidades! Esto es apenas una muestra del caos blindado por las imágenes.
La investigación debe tener cimentación sólida, tecnología de avanzada y financiación adecuada, que permitan que los investigadores con sus hipótesis lleguen a conclusiones, en las más variadas posibilidades, para llegar a las metas propuestas. Investigar por investigar fue una estrategia que ya no es válida. La investigación debe atender a necesidades o incógnitas sin resolver, fomentada y evaluada en primera instancia por la institución sede de los investigadores, por el Estado, o por el sector externo.
¿A dónde llegan los resultados de las investigaciones? Una pregunta crucial que merece una respuesta contundente. De acuerdo a lo observado y al análisis de Colciencias, un buen número de ellas no pasa del círculo parroquial y por ende, lo peor, no sirve a otros investigadores por la limitante de la calidad de los resultados que no son aceptados en las comunicaciones científicas especializadas y reconocidas.
Lo dicho antes: doctores y magísteres, escribiendo solo en memorias. ¡Una vergüenza para las universidades!
La realidad identifica que en el 2012 de 50 editoriales universitarias, solo 28, entre las que se encuentran las de las universidades Nacional de Colombia y Católica de Manizales, fueron reconocidas por tres años. ¿Y lo que producen las demás, es para quién? Aquí es donde hay obligación de producir y difundir en publicaciones acreditadas.
Es un acto de flagrante corrupción que hayan investigadores y artículos fantasmas, tal como fue identificado. ¿Y, quién asume la responsabilidad? No hay alternativa: La universidad o la institución sede.
Moisés Wasserman vuelve a un punto crítico cuando anota que la cuantía de los dineros del PIB destinados a la Investigación y Desarrollo, definitivamente son ínfimos. ¡Un círculo vicioso! Porque al Estado, también le compete responsabilidad.
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