Las sociedades y sus intérpretes se encargan de clasificar a las personas como exitosas o fracasadas según logros visibles que se identifican en cada miembro de la comunidad. ¡Todo parece tan fácil!

Esta clasificación arbitraria es riesgosa cuando se ignoran las razones de quienes realizan acciones bajo circunstancias no siempre conocidas y analizadas por aquellos que deciden etiquetar a los seres humanos en los dos grupos mencionados, de acuerdo a normas preconcebidas o inventadas por personas que ocasionalmente también deciden calificar.

No es justo ubicar a todos los seres humanos en exitosos o fracasados, porque definitivamente la mayoría atiende a otros conceptos en su vida personal y comunitaria que no alcanzan a ser valorados bajo este doble sistema.

Una pregunta simple: ¿Busca el ser humano siempre el éxito? Porque salvo trastornos de la psiquis, específicamente de la personalidad, no hay ningún ser que busque por sí mismo el fracaso traducido en la no obtención voluntaria de logros que se ha propuesto, porque sería un contrasentido que caería de inmediato en un trastorno que merecería terapia inmediata.

No siempre las personas actúan en la búsqueda del éxito, y menos en el reconocimiento permanente de sus logros ya sea directamente por sus congéneres superiores o subalternos, o por la sociedad, bajo diferentes formas, unas más atrayentes que otras.

La vida de los seres humanos es compleja, más de lo que significa éxito. Hay una enorme mayoría de personas cuyas vidas transcurren con silencio desde el exterior, lo que no incide en la personalidad de quien no es reconocido discreta ni públicamente. A ellos los reconforta solo el saber y reconocerse a sí mismos que han cumplido con el deber que les ha marcado la propia existencia y de quienes los rodean.

Éstos viven y dejan vivir y solo les interesa el bien ya sea el personal, el familiar y de quienes lo rodean, en fin que tienen una existencia completa en donde el mayor valor es su propio transcurrir sin hacer daño y ni siquiera intentarlo. Tienen pesares y a veces son proclives al rechazo transitorio como elementos normales de la vida de un ser humano, lejos de explicar todas sus fallas argumentando que tiene esta connotación biológica.

Ser exitoso o fracasado puede ser una tendencia o un resultado permanente de las actividades que emprenda. Puede ser exitoso o fracasado, como la negación de la obtención de logros en lo externo, pero no siempre ello es igual a lo que acontece con su accionar privado o íntimo. Se es feliz o desdichado, en lo que es posible sin determinar tiempo. Jamás se es absolutamente exitoso en todo, durante toda la vida, y menos se convierte en un fracasado o desdichado permanentemente, esto sería incompatible con una vida digna.

Felicidad o desdicha no siempre son la conclusión de celebridad o falla. En ocasiones el éxito proporciona aflicción por razones tan diversas como la misma naturaleza humana, y similarmente el fracaso trae algunas veces satisfacción por esas situaciones circunstanciales que proporciona la vida.

Se crean con facilidad personas exitosas, muchas de las cuales llegan a ese jardín por obra y gracia de los medios de comunicación y de prácticas fatuas, abiertas o soterradas del manejo de la imagen. Casi con igual premura aparecen aquellos que sin ser evaluados integralmente, e inclusive en no pocas ocasiones sin ser sancionados por la justicia, son considerados miembros del clan de Satán.

Con más rapidez de lo aconsejable y por razones que distraen de los verdaderos héroes de un país, se entregan nombres y vidas para que sirvan de ejemplo y orgullo de una Nación o una región.

¿Dónde quedan los millones de reales héroes cotidianos que hacen Patria, familia y sociedad con su labor de sol a sol, muchos de los cuales son voluntarios en labores complementarias? Ellos nunca han merecido una letra, un sonido o una fotografía, pero son tan grandes que son ejemplos indestructibles, vivientes y silenciosos.

Nota: ¿El Hospital Universitario?