Lo siguiente fue escrito por Lorena Cantó, y leído por Don Cecilio, que, después de hacerlo, no sabía -lo ignoro- si ponerse a reír o a hacer pucheros: “…y el reconocimiento público y difusión de la labor realizada por mujeres como sujetas políticas” (LA PATRIA, Efe, La Habana, 25/7/2016). Ni se imaginan estas ‘sujetas’ el despelote gramatical que arman con sus absurdas innovaciones: como muestra, en la oración elemental “la mujer es hermosa”, según ellas, habría que decir que ‘mujer’ es en ella la ‘sujeta de la oración’ (de la que se afirma o se dice algo), en lugar de ‘sujeto de la oración’, olvidando que esto no es anatomía, sino gramática. No hace mucho, en enero de 2014, traté este asunto, porque la señora Florence Thomas -¡quién sino ella!- habló de algunas mujeres como “sujetas pensantes”, sin tener en cuenta que una ‘sujeta’ -término que, si existiese, sería peyorativo, y se diría de alguna mujer a la que no se nombra por cualquier razón, caso en el cual sería variable en género y número (el masculino sí es castizo)-. Pero, como no aparece en los diccionarios, es mejor acomodarles otro apelativo... a esas ‘sujetas’, digo. En los dos ejemplos citados, ‘sujeto’ es masculino gramaticalmente y variable sólo en número, porque es “el ser del cual se afirma o niega lo expresado en una oración”, verbigracia, “…las mujeres han sido sujetos de cambio…”. En Derecho, designa a la persona que, en materia de tributos, está obligada a pagarlos de acuerdo con la ley. En conclusión, el femenino ‘sujeta’ debe prácticamente usarse sólo para el participio pasado irregular del verbo ‘sujetar’, pues el regular es ‘sujetada’, “estaban sujetas a sus maridos”. Sin mencionar, pues nada tiene que ver con lo anterior, la tercera persona del singular de indicativo del mismo verbo. Ni el imperativo de segunda persona. La lógica de la gramática es irrebatible. O ¿era?
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Dos columnistas de LA PATRIA, Alejandro Samper Arango y John Harold Giraldo Herrera, escribieron, respectivamente: “Ya habían rumores de que podía estar violando la Constitución…” (23/7/2016, El caso del Gobernador); “¿Cómo es posible que no hayan testigos ni nadie se indigne ante la muerte de los otros?” (28/7/2016). No explico el porqué del error, ya que, al hacerlo, me pongo ‘colorao’.
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En el artículo en el que el señor Fabio Humar Jaramillo expone los infinitos problemas que amargan a los colombianos, esto escribió: “Fui a Buenaventura por temas de trabajo” (LA PATRIA, 29/7/2016). Así redactada, la frase es ambigua, pues lo obliga a uno a hacerse estas preguntas: ¿Fue a Buenaventura el señor Humar obligado por obligaciones de trabajo? O ¿fue a Buenaventura a buscar temas (asuntos) para un artículo relacionado con su oficio? Tema, tema, tema… Esta manoseada palabreja, reemplazo de todas, es fatigante, estropea el lenguaje, pretende decirlo todo, pero, bien analizada, no dice nada. Ocurre algo parecido con ‘problemática’, aunque puedo apostarle a que quienes echan mano de este comodín desconocen su significación. ¡Y voy doble a sencillo!
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El 21 de julio de 2011, el columnista Jorge Enrique Pava Quiceno redactó así: “…paralelo con el proceso electoral, se van a ir desarrollando los procesos judiciales…”. Cinco años después lo hizo así: “Pero, paralelo a esta dualidad de posiciones, nos encontramos con un personaje que como Teodora…” (LA PATRIA, 29/7/2016). ‘Paralelo’, sin hablar de sus acepciones como término de geografía y geometría, es, además de sustantivo (“cotejo o comparación de una cosa con otra”), adjetivo (“que, en geometría, se aplica a las líneas o planos equidistantes entre sí y que por más que se prolonguen no pueden encontrarse. 2. Correspondiente o semejante”), pero nunca ‘adverbio’, naturaleza que, en las dos muestras, le dio el columnista, quien debió echar mano, en el primer caso, de la locución ‘al mismo tiempo’ (“al mismo tiempo que el proceso electoral”), y, en el segundo, de la locución ‘junto con’ (“junto con esta dualidad de posiciones”). U otras similares. El vicio que comento es el mismo del uso esnobista de ‘previo’, adjetivo que actualmente, para desgracia del castellano, la mayoría de periodistas está empleando en lugar de la preposición ‘antes’, como si ésta hubiese sido borrada de nuestro léxico. ¿O ignoran que está en él?
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