“Si no encuentro el camino, me abriré uno” dicen los emprendedores y quienes no se amilanan ante los obstáculos. Esto lo puso en práctica la columnista Yolanda Reyes cuando, al no hallar el término que expresara su idea, se inventó la palabra ‘incompletud’ en esta frase: “…la casilla correspondiente a la “falta” se rellenaba con líneas punteadas o se dejaba en blanco como una incompletud, como un silencio” (El Tiempo, 29/8/2016). Ella es profesora, y su redacción, muy castiza. Por esto, consideré extraño que escogiera un vocablo que, no sólo no existe, sino que, además, está mal construido. ‘Completud’ tampoco existe, por la misma razón -suconstrucción chueca-, porque, para formar sustantivos abstractos que significan ‘cualidad’, a algunos adjetivos se les añade la desinencia ‘-itud’, por ejemplo, de ‘beato’, ‘beatitud’, de ‘magno’, ‘magnitud’. Interesan aquí los adjetivos ‘completo’ e ‘incompleto’, los que seguramente desvelaron a la redactora para encontrar el sustantivo que le hacía falta, falta que le hacía también a la Academia de la Lengua, pues, luego de muchas centurias, se vio obligada a estampar en su diccionario (vigésima segunda edición, 2001) el sustantivo ‘completitud’. Y así, ‘incompletitud’, aunque no está asentada en este diccionario, es la palabra que buscaba la señora Reyes, porque ni ‘insuficiencia’ ni ‘imperfección’ expresan lo que ella pretendía.
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No es machismo. Es únicamente una norma gramatical, que enseña que, para efectos de concordancia, cuando hay dos o más sustantivos de género distinto en una oración, masculino y femenino, se impone el primero. Como ejemplo de concordancia equivocada, la siguiente muestra: “…para verificar el funcionamiento de las zonas veredales y campamentos en las que se reunirán los miembros de las Farc…” (LA PATRIA, editorial, 31/8/2016). En esta oración gramatical, hay dos sustantivos, ‘zonas veredales’ y ‘campamentos’, con el cual debe concordar el pronombre, -‘los’, no ‘las’, el que empleó el redactor de ese editorial–, así: “…en los que se reunirán…”. En la muestra comentada, para pasar de agache, se puede echar mano del adverbio de lugar ‘donde’: “…en las zonas veredales y campamentos donde se reunirán…”. O ‘en donde’.
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En su artículo, ‘de una deslumbrante profundidad filosófica’, la congresista Ángela María Robledo se despachó así: “Como lo han planteado muchos investigadores, éstos últimos promueven la visibilización de condiciones más horizontales en el conflicto y la emergencia de memorias más plurales, más polifónicas, alejadas de los grandes metarrelatos oficiales de la guerra y más congruentes con una apuesta democrática e incluyente” (LA PATRIA, 30/8/2016). Como no entendí ni pizca, sería bueno que alguien romanceara este texto, a ver si así sí…
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Ignoro, porque la fuente no lo dice, quién diseñó el “Panel de Convivencia Ciudadana”, publicado por LA PATRIA, Educación (2/9/2016). En él se leen tres preguntas mal redactadas, a cual más visible. La primera: “¿Porque la paz es importante?”: “¿Por qué es importante la paz?”, es la forma castiza de hacerla. La segunda: “¿La paz si se puede?”: “¿Sí se puede la paz?”, así, como lo piden las normas gramaticales. Y la tercera: “Todos los países en guerra han negociado la paz, ¿Porque nosotros no?”: “¿por qué nosotros no?”, de esta manera, pues la interrogación viene después de una coma, y no es la conjunción ‘porque’ la que pide esa oración, sino la locución interrogativa ‘por qué’. El dueño de estas pifias gramaticales pertenece, deduzco, a una institución educativa. Si estoy acertado en mi deducción, ¿por qué no hubo alguien que las corrigiera? Si por ignorancia de los que tuvieron que ver con el susodicho Panel, indicio reprochable. Si por su indiferencia, peor aún, pues su responsabilidad es educar.
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De la siguiente manera redactó el padre Luis F. Gómez en su artículo dominical: “Las religiones no pueden buscar imponer su ética de máximos a toda la sociedad, la intolerancia propia de los fundamentalismos es muy peligrosa porque excluye e hiere” (LA PATRIA, 4/9/2016). La conjunción copulativa ‘y’ debe sustituirse por ‘e’ cuando precede a palabras que comienzan por ‘i’ o por ‘hi’, por ejemplo, “ciudadanos buenos e ingenuos” y “asesinaron a muchos e hirieron a otros tantos”. No se aplica esta norma cuando la palabra empieza por ‘hie’, por ejemplo, ‘agua y hielo’.
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