¿Cuán fuerte puede ser el ‘estampido’ de una chica? La respuesta podría tenerla el presbítero Efraín Castaño, que esto escribió: “Se hace ayudar (una monjita brasileña) de otra chica de fogosidad y estampido fiestero” (LA PATRIA, Son de Brasil, 10/8/2016). ‘Estampido’, padre, es “el sonido grande que hace en el aire el disparo de una pieza de artillería, arcabuz u otra cosa” (Vicente Salvá). También el “ruido fuerte y seco como el producido por el disparo de un cañón”. O por el estallido de una bomba o de una mina explosiva o de un ‘volador’, cuyo ‘estampido’ sí es ‘festivo’, que no ‘fiestero’, porque este adjetivo califica sólo a personas amigas de fiestas y parrandas. Sus sinónimos son ‘detonación, explosión’, y viene de ‘estampida’ (“Resonancia, divulgación rápida y estruendosa de algún hecho. // Huida impetuosa que emprende una persona, un animal, o, especialmente, un conjunto de ellos”). Es, pues, imposible, que una chica produzca un ‘estampido’, a no ser que se trate de una suicida asesina, caso en el cual el ‘estampido’ no es suyo sino de la bomba que amarró a su cuerpo para ganarse el paraíso y lastimar a sus semejantes. Padre, así como para el dolor de cabeza se hizo la aspirina, para que los escritores no cometan estas pifias semánticas se hicieron los diccionarios.
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El señor Guillermo Angulo afirma, e insiste en ello, que el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal desempeña su oficio muy mal. Para comprobarlo, me envió esta muestra: “Será el policía quien valorará o interpretará las normas del código. Será él quien diga qué es obstruir manifestaciones de cariño en espacio público, (por lo que habrá de pagarse $92.000)”. (El Jodario, primera semana de agosto de 2016). Nunca antes lo había leído. No comento el nombre de su espacio periodístico, porque me parece un terminacho que no lo merece. Si obviamos la coma antes del paréntesis de la multa, las dos frases pasarían un examen de redacción en bachillerato. En lo que sí obtendría una calificación paupérrima sería en la confusión inexplicable de ‘obstrucción’ con ‘expresión’, puesto que, muy a las claras, se puede entender que la multa se aplicará a quienes infrinjan el decreto de marras, es decir, a quienes ‘cojan con las manos en la masa’. ‘Obstruir’, señor, es ‘estorbar, entorpecer alguna actividad’, y yo no creo que ningún ciudadano, por mojigato que fuere, va a intentar separar a dos que se besan apasionadamente en público. Y, menos, hoy en día, cuando es moda el ‘libre desarrollo de la personalidad’.
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Les confieso que la siguiente frase del señor Fabio Ramírez me puso a cavilar: “Se sentaba en una silla y cómodamente, absorbía un exquisito café…” (LA PATRIA, Voz del lector, 8/8/2016). Una vez leída, me pregunté: ¿Podrá uno absorber un café, aunque no sea exquisito? Puede, sí, tomarse un café a sorbos, ‘a puchitos’, como decimos coloquialmente, es decir, poco a poco, que es regularmente la forma de hacerlo. Pero, ¿absorberlo? Semánticamente considerado el verbo, podría ser, pues viene del latino ‘absorbere’, que quiere decir ‘hacer desaparecer tragando, tragar, absorber, engullir, consumir’. Pero El Diccionario, como su primera acepción, le da la siguiente: “Ejercer atracción una sustancia sólida sobre un fluido con el que está en contacto, de modo que las moléculas de este penetren en ella”. Y la segunda tampoco ayuda: “Recibir o aspirar los tejidos orgánicos o las células materias externas a ellos, ya disueltas, ya aeriformes”. Y una compañía puede ‘absorber’ a otra. Y puede uno ‘absorberse’ en sus pensamientos, es decir, ‘ensimismarse’. Pero, ¿absorber un exquisito café? De todas maneras, cuando invito a un paisano, le digo: “Camine, nos tomamos un tinto”. No, “absorbámonos un tinto”.
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Titular sin sentido de El Tiempo: “Los escandaloso ‘fans’ irrumpen el sueño olímpico” (Olímpicos, 8/8/2016). Lo califico de ‘sin sentido’, porque el verbo ‘irrumpir’ (“entrar violentamente en un lugar”) es ciento por ciento intransitivo, por lo que nunca acepta complemento directo y, para su empleo, pide una preposición, generalmente ‘en’, así: “…irrumpen en el sueño olímpico”, frase incoherente, razón de más para sustituir ese verbo por uno transitivo y que exprese la idea pretendida, por ejemplo, ‘mancillar, deshonrar, escarnecer, injuriar…’.
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