La señora Consuelo Vélez Caro, teóloga docente de la Universidad Javeriana y columnista de la ‘Revista de Misiones’, escribe: “En tiempos en que el papa Francisco abre la puerta para reconocer el servicio de diácona…” (Octubre-noviembre, 2016). El femenino de ‘diácono’ es ‘diaconisa’ (del latín ‘diaconissa’, ‘mujer que sirve’), antiguamente, ‘diaconesa’, términos definidos así: “Mujer empleada y dedicada al servicio de la Iglesia”. Aunque en el texto de la Vulgata no aparece la palabra ‘diaconissa’, en su versión al castellano (Biblioteca de Autores Cristianos), sí. Me refiero al siguiente versículo de san Pablo: “Os recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia de Cencres…” (Romanos, XVI, 1). La traducción literal de la Vulgata es ésta: “Os encomiendo a Febe, hermana nuestra, que está en el ministerio de la iglesia que está en Cencres”. Sea de todo esto lo que fuere, el femenino de ‘diácono’ es ‘diaconisa’, término asentado en los diccionarios desde hace varios siglos. El término ‘diácono’ (“ministro eclesiástico y de grado segundo en dignidad, inmediato al sacerdocio”) viene del griego ‘diakonos’ (‘servidor, criado, ministro’) a través del latín ‘diaconus’ (‘diácono’).
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Hace diez largos años traté el vocablo ‘lideresa’, en El Diccionario desde el 2001 (vigésima segunda edición). Vuelvo a él, porque la congresista Ángela María Robledo lo utilizó, mal, ¡cómo no!, en esta información: “Lo incluido hasta ahora en el Acuerdo (…) es producto de la lucha de mujeres, feministas, liderezas y organizaciones…” (LA PATRIA, 15/11/2016). Dije ‘mal’, porque lo escribió con zeta. Como alcaldesa, duquesa, marquesa y condesa, se escribe con ‘ese’.‘Lideresa’ es el femenino de ‘líder’ (“director, jefe o conductor de un partido político, de un grupo social o de otra colectividad”), que viene del inglés ‘leader’ (‘guía, jefe, dirigente, cabecilla’). ¿Era necesaria esta palabra? Me parece que no, porque el sustantivo ‘líder’, por su terminación, puede catalogarse entre los ambiguos, a saber, los que abarcan los dos géneros. Además, me parece, tiene más fuerza expresiva ‘la líder’ que ‘la lideresa’. Y es cosa de admirar que quienes impusieron este femenino son los mismos que rechazan el de ‘poeta’, ‘poetisa’, tan castizo como ‘profetisa’. ¿Quién los comprende?
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La acepción de ‘hermandad’ es ésta: “Relación de parentesco que hay entre hermanos”. En esta definición, ‘hermanos’ es, como lo llama la Academia de la Lengua, un sustantivo de “género no marcado”, es decir, que incluye los dos géneros. Si yo digo ‘mis hermanos’, me refiero a mis dos hermanos y a mis cuatro hermanas. ¿Pensarán las feministas que ‘hermandad’ cobija únicamente a los hermanos de género masculino? Me formulo esta pregunta porque introdujeron el vocablo ‘sororidad’, castizo, sí, pero innecesario, razón por la cual la Academia de la Lengua no lo ha aceptado en su léxico. Esto escribió madame Thomas, Florence: “He aprendido la solidaridad y la sororidad en el encuentro con las mujeres” (El Tiempo, 16/11/2016). Anoté que el término ‘sororidad’ es castizo, porque viene del latín ‘soror’ (hermana). La palabra está muy extendida entre las feministas de todos los países de habla castellana, y de la que enseñan lo siguiente: “En el concepto de sororidad las mujeres ya no están enfrentadas, sino que son amigas, cómplices, compañeras de lucha, en experiencia solidaria y cooperativa, para ayudarse, crecer, autodefinirse y afianzarse, logrando autoridad y respeto en un mundo de hombres…”. Y tienen todo el derecho. Pero el término ‘hermandad’ dice lo mismo: “Relación fraternal entre personas, por cariño o comunidad de propósitos o de ideales”. ‘Fraternidad’ expresa la misma idea. De la palabra latina, la Academia solo sacó el adjetivo ‘sororal’ (“perteneciente o relativo a la hermana”) y ‘sor’, apócope de ‘sóror’ (‘hermana’), despreciando, por ejemplo, ‘sororicidio’ (‘el homicidio de una hermana’). Mucho que estudiar sobre este asunto, pero concluyo diciendo que ‘sororidad’ es muy aceptable, un millón de veces más que ‘matria’, el engendro que la feminista de marras nos quiere embutir por ‘patria’. Para ella, la Marsellesa debería empezar así: “Allons enfants et filles de la matrie…”. Deduzco.
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La palabra ‘problema’ ha muerto. Ha sido reemplazada por ‘problemática’. ‘Suma’ agoniza también, y su reemplazo, ‘sumatoria’. Fenómeno inexplicable, en el lenguaje sólo pegan sus vicios y corruptelas.
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