La Policía Nacional, Patrimonio de la Nación, arriba el 5 de noviembre a los 125 años de vida institucional, una larga y fructífera trayectoria en la cual, como es obvio en todo organismo donde intervenga el ser humano, ha tenido crisis y dificultades, afrontando por ello la incomprensión y el injusto señalamiento de una sociedad avara en el reconocimiento pero muy presta para dar relevancia a los hechos negativos.
“La institución necesita avanzar en la legitimidad, en la credibilidad y en la confianza”, así como “Poner en marcha una política integral de transparencia, como mecanismo efectivo para combatir la corrupción de cara a la opinión pública”, expresó el general Jorge Hernando Nieto Rojas, en su posesión como director general de la Policía. Resultan muy alentadores estos propósitos pues el ser humano tan proclive a generalizar, acostumbra medir con el mismo rasero a toda la Policía, cuando con frecuencia los medios informativos dan cuenta de conductas delictivas protagonizadas por algunos de sus miembros, siendo los demás en su inmensa mayoría rectos, responsables y comprometidos con unas labores no exentas de sacrificios.
La Policía Nacional al igual que todos los colombianos anhela que el bien superior de la paz se cristalice, por ello ha creado un Modelo de Policía que tiene como objetivo construir comunidades seguras y en paz fortaleciendo la seguridad rural, seguridad ciudadana, investigación criminal y cooperación internacional. Existe actualmente la Unidad Policial para la Edificación de la Paz (UNIPEP) dicha Unidad especial y transicional se encuentra en “las Zonas Veredales Transitorias de Normalización y en los Puntos Transitorios de Normalización”.
Siempre hemos sabido que el origen del conflicto armado que padece Colombia hace más de cinco décadas y que ha cobrado miles de víctimas, es la tierra, por ello la institución policial ha tenido el acierto de implementar el Sistema de Seguridad Rural (SISER) con policías Gestores de Convivencia y Prosperidad Rural, capacitados en técnicas agropecuarias; respecto de ello me conmovió hasta las lágrimas un aparte del reciente mensaje del Cuerpo de Generales a todos los colombianos, más que un mensaje es una oración de perdón, reconciliación y paz, “Ellos ya son los compañeros cotidianos de nuestros campesinos. Son policías expertos en herrar caballos, templar cercas de alambre, arar la tierra y clasificar semillas. Sus armas son el barretón, la pica, la pala, el tractor, el machete y un enorme afecto por nuestros labriegos; porque si algo debe quedar claro fue que regresamos al campo colombiano para quedarnos por siempre al lado de nuestros campesinos”.
No doy lugar en mi entendimiento ni en mi corazón a que tantos esfuerzos, planes y nobles propósitos en procura de la anhelada Paz, queden archivados en los empolvados anaqueles de nuestra sangrienta historia. ¡Felicitaciones Policías de Colombia!
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