Sin mayores contratiempos, pese a algunos temores previos, y viviéndose a plenitud la fiesta deportiva más grande del mundo, finalizaron los XXXI Juegos Olímpicos de la era moderna en Río de Janeiro, Brasil, que ratificaron a Estados Unidos como el mandamás de las justas, mientras que Colombia volvió a decir presente tras su notable actuación, que cada vez nos pone más arriba en el mapa de la actividad del músculo del mundo.
Y es que a la luz de los resultados, que al final son los que mandan, nuestro país superó en territorio brasileño no solo registros históricos como el número de representantes (148) y disciplinas (19) donde tuvimos actividad, sino que en la tabla general de medallería alcanzamos el más alto puesto hasta ahora, ubicándonos entre los 25 primeros países del listado, de un universo de 206 delegaciones. Además, gracias a esta nueva cosecha de medallas, ya podemos decir en voz alta que entramos a formar parte de las potencias de Latinoamérica.
Aquí vale destacar el aporte de las fichas puestas que representaban la saltadora de triple Caterine Ibargüen y la bicicrosista Mariana Pajón –bicampeona olímpica-, quienes en ningún momento fueron inferiores a sus compromisos, a lo que se suma el empuje del pesista Óscar Figueroa, que redondeó el trío de preseas de oro en estas justas, algo inédito para Colombia.
También las palmas deben recaer en el boxeo, disciplina que con apenas cinco representantes dio tremendo golpe al obtener una medalla de plata y otra de bronce a través de Yuberjen Martínez e Ingrit Valencia, respectivamente, cerrando el grupo de compatriotas que subieron al podio la judoca Yuri Alvear, el también practicante de BMX Carlos Ramírez y en pesas Luis Mosquera.
Así las cosas, con mucho orgullo y una felicidad inmensa por la actuación de los nuestros pero con la sensación de que el botín pudo ser mayor, recuérdese los cuartos puestos en pesas y el ciclismo, más uno que otro infortunio que nos dejaron acariciando la victoria, los colombianos seguimos olimpiada tras olimpiada ratificando grandes progresos, por lo que desde que se apagó la llama olímpica en el estadio Maracaná el pasado domingo ya deben estar prendidos los motores para el ciclo olímpico rumbo a Tokio 2020, camino que a propósito tendrá gran protagonismo en nuestra tierra, porque seremos sede de los Bolivarianos en Santa Marta en el 2017 y de los Centroamericanos en Barranquilla en el 2018.
Serán cuatro años de arduo trabajo donde se buscará que Mariana Pajón llegue en la madurez de su carrera; que las piernas de Caterine Ibargüen sigan firmes; que la halterofilia se mantenga de mucho levante y traduzca en medallas sus cuartos puestos y diplomas olímpicos; que el gimnasta Jossimar Calvo tiemple sus músculos y dé saltos de victoria; que el pelotón de ciclistas sea el líder en las pistas y las carreteras; que se deje de mirar al boxeo por encima del hombro y se le dé todo el respaldo, pero sobre todo que se fortalezca la política de Estado y el apoyo de la empresa privada en pos de nuestros deportistas, que por fortuna produce esta tierra en abundancia, para que en Japón pueda sonar en muchos más escenarios el himno nacional.
Finalmente, mención aparte y hecho que también merece estar en lo más alto del podio es la perfecta comunión que se dio entre la gran actuación de los deportistas cafeteros, tanto en cantidad como en calidad, con el excelente trabajo de los medios de comunicación y sus diferentes canales, que pusieron al servicio de la gente sus múltiples plataformas y una tecnología de punta que redundó en todo un hecho social en territorio colombiano, ya que la totalidad del país se volcó durante más de dos semanas, segundo a segundo, tras estos héroes, verdaderos embajadores de la patria y hacedores de buenas noticias.
Mejor dicho, ahora tocó Tokio.
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