Los fenómenos del niño se pueden considerar fuertes o suaves y se presentan erráticamente cíclicos. El que estamos viviendo actualmente se considera fuerte y los últimos que se han dado con esta característica fueron en los años 1982 y 1983 y en 1996 y 1997.   El fenómeno del niño -fuerte o suave- ha traído consigo complicaciones para  el país como la que se  presentó durante la administración del presidente Gaviria donde el suministro de energía  fue suspendido por varias horas todos los días.  Fue tan crítico el tema, que implementó para aprovechar la luz solar,   lo que se conoció como la hora Gaviria, que consistió en adelantar una hora el horario en nuestro país.   
Por esas épocas también nuestra ciudad tuvo que padecer  además de la falta de luz,  sus racionamientos de agua, lo que propició que se consiguieran nuevas fuentes de agua y  se mejoran las conducciones.  Siendo ésta una de las razones por las que a pesar de la falta de lluvias que tenemos en la ciudad, no hemos tenido racionamientos de este servicio. 
Otra de las razones, para que no tengamos racionamiento de agua, es la siembra de árboles que se han dado en las inmediaciones de las cabeceras de los ríos que surten de agua a la ciudad.  Manizales no cuenta con presas de agua y hace ya muchos años se decidió que lo mejor era propiciar la siembra de árboles, controlar que no se siembren cultivos limpios en las partes altas de la montaña y especialmente en las cercanías a las fuentes de agua.  La idea es que alrededor de  los árboles se formen unos mantos de agua, que se conviertan en los  reservorios que sirvan para atender las temporadas de sequía como las que tenemos actualmente. 
En cuanto a los posibles apagones eléctricos, el país tomó decisiones muy importantes como la de tener más centrales hidroeléctricas y mejoró la capacidad instalada de suministro de energía  lo que ha evitado volver a las épocas de los apagones de otros años.  
La intensa sequía y las altas temperaturas de los últimos meses  han traído consigo la presencia de incendios forestales en todo el país.  Las imágenes que muestra la televisión como arden los bosques y los sembrados  son impresionantes.  Los incendios están destruyendo 9.000 hectáreas al mes.  Incendios de los que no nos hemos escapado nosotros.  En los bosques de Neira ya se han presentado  varios  que afortunadamente se han podido controlar rápidamente y los daños no han sido muy grandes.  El tema de Victoria en el oriente del departamento ha sido más complejo y con amenazas a poblaciones civiles.  Lo más delicado es que este fenómeno de niño fuerte apunta a que dure hasta el mes de marzo del año entrante.
Muchos de estos incendios se presentan en zonas de difícil acceso donde no existen  vías de comunicación, lo que se agrava con la precariedad de elementos técnicos de nuestros  bomberos  para atender estas emergencias.
A la mayoría de los sitios no llega un carro de bomberos y en muchas oportunidades para detener las llamas se requiere de maquinaria pesada tipo retroexcavadoras que hagan zanjas que aíslen las llamas. Inclusive se han presentado incendios subterráneos, donde la llama se produce por debajo de la tierra y va transmitiéndose por las raíces, lo que hace aún más difícil el control y manejo de los incendios. 
El  mejor equipo que disponemos para controlar y  tratar de apagar los incendios, es un helicóptero que transporta una caneca con agua que se riega dónde están las llamas.  Lo que aparentemente, por el volumen de agua que transporta y por el tiempo que pasa en el recorrido para llenar la caneca y volver al incendio, hace que sea muy poco efectivo para atender el fuego. 
En materia de conciencia ambiental es muy poco lo que se ha avanzado.  La mayoría de los incendios forestales que se han presentado en los últimos días han sido provocados por  intervención del hombre, bien por descuidos o por interés en producir la conflagración.