Aún con el alto número de vehículos nuevos que están entrando a circular en los últimos años por las calles de Manizales, con nuestra topografía, con las limitaciones de las avenidas y la falta de intersecciones viales apropiadas, se considera que la movilidad vehicular en la ciudad no es mala, sobre todo si se compara con ciudades críticas como Medellín y Bogotá.
Se estima que en Manizales circulan aproximadamente unos sesenta mil vehículos particulares y unas cincuenta y cinco mil motos y las vías todavía "aguantan". La administración municipal hace un tiempo trató de establecer el pico y placa para la circulación de los vehículos particulares, propuesta que no fue de buen recibo especialmente por parte de los comerciantes, quienes establecieron unas medidas jurídicas contra esta acción que todavía no han sido resueltas.
En lo que sí tenemos dificultades es en la falta de parqueaderos y en el comportamiento de los conductores y peatones. Los peatones cruzan las calles por cualquier punto de la vía, en muchas oportunidades las atraviesan sin ninguna precaución arriesgando inclusive su integridad física. A éstos se suman los vendedores ambulantes que transitan por las calles en medio de los carros, ofreciendo sus productos. No hace muchos días la ciudadanía quedó impactada porque un vendedor ambulante en el sector del Cable murió por un golpe que le ocasionó un carro, cuando el vendedor al parecer imprudentemente se agachó a recoger algo que se le había caído.
Pero si por el lado de los peatones el tema es difícil, tampoco es bueno el comportamiento de los conductores, quienes paran en cualquier parte de la vía para conversar con un peatón o con un conductor vecino, o para realizar alguna compra entorpeciendo el flujo vehicular.
Adicionalmente a los malos comportamientos de los peatones y conductores, tenemos serias dificultades por la falta de parqueaderos en la ciudad. En épocas anteriores no se era muy riguroso en la exigencia del cumplimiento del número de parqueaderos requerido para los establecimientos comerciales y las viviendas. Era muy común, y aún hoy en día lo es, la práctica que en los garajes de las casas de los barrios se abra un local comercial. Con lo que no solo se pierde un parqueadero sino que se propicia el parqueo de vehículos frente al nuevo establecimiento.
La ciudad debe incentivar la construcción de parqueaderos, no solo en el centro sino también en otros lugares como, por ejemplo, en los alrededores de la Clínica Santillana, en los barrios Belén y La Estrella, donde prácticamente es imposible parquear. Ojalá también retomemos los programas de cultura ciudadana. Hay que tener claro que los procesos de formación a la comunidad tienen que ser continuados y por un largo tiempo. Programas como invitar a los peatones a que crucen las vías por las cebras y que los conductores respeten a los que están circulando por ellas es urgente, lo mismo que los conductores no utilicen las vías para hacer visitas sociales o inclusive para hacer sus compras.
También se requiere control por parte de los policías de tránsito. En nuestra ciudad se ha vuelto muy común que estos solo aparecen cuando se presenta un accidente. Estoy convencido que una mayor presencia de los policías de tránsito en las calles no solo contribuiría a mejorar la conducta de los conductores, contribuirá -por ser policías quienes hacen la labor del control del tránsito- a mejorar la seguridad, y ¿por qué no? a fortalecer las arcas municipales.
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Una vez más al gobierno nacional lo cogió la noche para conjurar los paros. Vamos para 15 días con el paro de los maestros y no se ha podido solucionar el problema. Hay dos realidades. Una que a los maestros se le ha venido incumpliendo desde hace muchos años en la nivelación de la escala salarial comparada con los demás empleados públicos, y la segunda que no hay un compromiso claro y formal para lograr una mejora en los indicadores de la formación y conocimiento que están recibiendo los estudiantes, especialmente los del sector público.
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