Lamentablemente el comportamiento de los conductores de vehículos de la ciudad en los últimos tiempos no es el mejor. Ni los de servicio público ni los particulares. Sobre los motociclistas es mucho lo que se puede decir, tanto que daría tema para comentarlo en otra oportunidad. Por un lado quienes manejan vehículos particulares se quejan de los buses y busetas porque no respetan ningún paradero, pero poco les importa parar en cualquier punto de la vía, encendiendo las luces de parqueo como si éstas fueran las que les concedieran la respectiva autorización.
Es muy difícil tener con certeza el número de vehículos que circulan diariamente por la ciudad. Cualquier cifra es especulativa, porque así como hay vehículos matriculados en otras ciudades circulando por nuestras calles, muchos de los que están matriculados en Manizales, transitan en otros sitios del país. Lo cierto del caso es que cada día el número de vehículos que recorren la ciudad va en aumento.
Esto, unido a la falta de cultura ciudadana, está generando un verdadero caos vial, que si bien no es tan delicado como en otras ciudades del país, por ejemplo en Bogotá, no deja de ser incómodo y molesto. Digamos que en términos generales el flujo vehicular funciona en algunos sitios y en determinadas horas del día, pero hay sitios donde verdaderamente tenemos dificultades.
Uno de ellos es el Barrio Sancancio, uno de los sectores más poblados de la ciudad. Este barrio fue planificado para viviendas unifamiliares; sin embargo, esto se desvirtuó con el tiempo. Las vías fueron concebidas y construidas para soportar un tránsito mucho menor que el que actualmente está atendiendo. El parqueo de los vehículos a lado y lado de las calles está impidiendo el normal desplazamiento de los vehículos -lamentablemente este fenómeno no solo se está dando en este barrio, sino también en otros sitios de la ciudad. El tránsito por la Avenida Paralela en este sector, especialmente en las horas pico, es excesivamente lento, con un punto crítico en el cruce de esta Avenida con la calle 66, que es la lleva al Centro Comercial Sancancio, donde los radios de giro y las pendientes dificultan enormemente el desplazamiento vehicular.
Otro sitio de la ciudad donde tenemos dificultades es en la calle 70 A entre la Avenida Santander y la carrera 23 B. El acceso a la Avenida se hace por unas calles con muchas curvas y con una alta pendiente, por lo que el tránsito por ellas es muy complicado. En este punto de la Avenida Santander, para los vehículos que se desplazan hacia el centro de la ciudad, se mejoró la circulación con la instalación del semáforo y la ampliación de la bahía, pero en lo que tiene que ver con el desplazamiento por el sector de La Camelia cada día está más difícil y tiende a complicarse aún más cuando estén ocupados los dos edificios que están en construcción en este sector.
La ciudad carece de parqueaderos públicos. Hacen falta no solo en el centro de la ciudad sino también en algunos barrios. Para el control del uso de las calles como parqueadero por parte de algunos conductores, la alcaldía tiene establecidas las zonas azules, programa con un alto contenido social y sobre el que los conductores debemos tener claro que el cobro que el municipio hace a través de él, es por el hecho de usar las vías públicas como parqueadero.
La ciudad siempre se ha considerado a nivel nacional, como una ciudad amable. Tradicionalmente los conductores ceden el paso a otros vehículos y se respeta el uso de las cebras para los peatones; sin embargo, esto se ha venido perdiendo con el tiempo, por lo que es urgente implementar programas de cultura ciudadana para los conductores y rescatar esa fortaleza que anteriormente teníamos.
Con estos programas podríamos lograr por lo pronto que los taxistas no paren intempestivamente a recoger un pasajero; que los buses y busetas solo recojan y dejen pasajeros en los paraderos y especialmente que los conductores de vehículos privados no paremos en cualquier parte de la vía para conversar con un amigo o para hacer una compra determinada.
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Da mucho pesar perdernos del rico salpicón que se vendía en las inmediaciones del Bosque Popular. Lamentablemente, además de las razones que tenían los dueños del lote, por los trancones que se estaban presentando en este punto de la Avenida Alberto Mendoza era necesario que se levantaran las casetas.
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