Las declaraciones del gerente administrativo de la campaña por el No del Centro Democrático, Juan Carlos Vélez, en las cuales aceptaba que la estrategia para incitar el voto en contra del plebiscito por la paz consistía en emplear maniobras engañosas como “dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación” dejó un profundo sinsabor entre los colombianos que aún no se reponen de la polarización creada por las campañas del Sí y el No. La campaña por el No utilizó cadenas de Whatsapp, compartió fotos en Facebook y trinó en Twitter para propagar sus ideas con un rotundo éxito. “Un concejal me pasó una imagen de Santos y ‘Timochenko’ con un mensaje de por qué se les iba a dar dinero a los guerrilleros si el país estaba en la olla. Yo la publique en Facebook y al sábado pasado tenía 130.000 compartidos con un alcance de seis millones de personas”. Adicionalmente, Vélez Uribe confesó que gracias al amplio uso de las redes sociales esta campaña fue “la más barata y efectiva en mucho tiempo”.
Coincidencialmente, el candidato republicano por la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, dijo que gracias a su manejo de redes sociales (especialmente Twitter) su campaña presidencial había sido exitosa y una de las más baratas y efectivas en la historia de los Estados Unidos. Por lo tanto, es posible establecer que las redes sociales son una nueva plataforma política de alto impacto que llegó para quedarse.
Aunque es posible afirmar que las redes sociales pueden tener efectos positivos para luchar contra la opresión en regímenes autoritarios (la movilización durante la Primavera Árabe en el 2011 se convocó a través de redes sociales) e incluso permiten un contacto más directo entre los políticos y los ciudadanos, el hecho de que cualquiera pueda publicar información puede llevar a la manipulación y a la desinformación.
En el año 2013, la Associated Press propagó en su cuenta de Twitter el rumor de supuestas explosiones en la Casa Blanca donde el presidente Obama había resultado herido. Este trino fue compartido 3.000 veces antes de ser eliminado, generando pánico en la población y profundas pérdidas en el mercado financiero. Así mismo, en el 2012 se experimentaron fuertes fluctuaciones en el precio mundial del petróleo pues un periodista italiano ‘trinó’ que el presidente de Siria había sido asesinado. Este mismo periodista también es el responsable de los rumores acerca de la muerte del papa Francisco y Fidel Castro que tuvieron como objetivo probar lo poco confiable que son las redes sociales para obtener información precisa y la facilidad con la que los rumores se propagan a través de estas plataformas.
Colombia no está exenta de este fenómeno, pues hay una gran cantidad de casos en los que las redes sociales han difundido rumores que han generado pánico y confusión. Por ejemplo, en agosto de este año, se difundió un mensaje por Whatsapp en el cual se declaraba un paro armado en la zona del Urabá. Aunque las autoridades advirtieron que era un mensaje falso, se generó miedo y zozobra en la zona.
Una gran cantidad de cadenas, fotos y chistes son compartidos diariamente a través de las redes sociales. Algunos advirtiendo que si no se comparte la cadena con un número específico de contactos se empezará a cobrar por el servicio de mensajería. Otras incluso van más lejos al afirmar que si no se comparte la consecuencia podría ser la muerte. Afortunadamente para muchos que no las han compartido, los presagios fatalistas claramente no se han cumplido y aunque muchos vean este tipo de mensajes como inofensivos, cuando se trata de campañas de desinformación y guerra sucia pueden presentarse verdaderos problemas para la democracia. Por lo tanto, es hora de ser más críticos con lo que se comparte en las redes sociales pues la credibilidad de la información que circula por estos medios es claramente cuestionable.
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