No es por desconocer la eficiente y meritoria labor que cumplen los psicólogos clínicos, ni por eludir el pago de sus justos honorarios, por lo que pienso que el mejor terapeuta del espíritu y sus funciones es uno mismo. E imagino una situación en la que cualquier individuo se desdobla, y unas veces se sienta al frente del "paciente", libreta en mano, a preguntar y tomar nota, y otras se acuesta en el diván a responder. De ese ejercicio pueden salir las respuestas a muchas inquietudes sobre la conducta de una persona. Como ejemplo, puede intentarse un diálogo así:
- ¿Cuál es el recuerdo más remoto de su infancia que considera traumático?
- Que me oriné en la cama hasta muy grande.
- Y, ¿por qué lo hacía?
- Porque me daba miedo levantarme al baño, o no lo encontraba en la oscuridad.
- Y, ¿por qué considera que eso lo traumatizó?
- Porque mi mamá me dijo que si me volvía a orinar en la cama me hacía un nudo ciego con el chichí. Desde entonces, en el colegio, en la universidad, en el trabajo…, en todo, pienso que si me equivoco van a hacer conmigo un nudo ciego.
- ¿Cómo ha sido su vida sexual?
- Muy asustadora. Lo que tiene de bueno se pierde con los temores.
- ¿Cómo así?
- Pues vea… Antes de la primera comunión, las erecciones eran sometidas a baños de agua fría. Y, después, a largas penitencias, bajo la amenaza de que el diablo, a quienes cometían esa clase de pecados, les metía chuzos calientes por "allá". Después, el médico advierte sobre el peligro de las enfermedades, sin ofrecer remedio distinto de la abstención. Yo creo que eso tiene que ver con la abstención electoral, porque la gente cree que votar puede causar males peores. Más tarde, viene el espanto de los embarazos no deseados, que provocan el rechazo de las novias, y lo dejan a uno "armado" y sin con quien pelear. Algo parecido a lo que les pasa a los políticos pendencieros, a quienes ya nadie les para bolas y terminan, como los perros, bregándose a morder la cola ellos mismos. Y, finalmente, la gente, con los años, tiene que aplicar aquello de que da buenos consejos porque no es capaz de dar mal ejemplo.
- ¿Le teme a la muerte?
- No mucho. Pienso que es como un viaje, del que lo único que se sabe es que no tiene retorno. Por lo demás, debe ser placentero, con hermosos paisajes, sin necesidad de tener que tomar fotos. Alojamientos cómodos, sin que haya que hacer reservaciones ni pagar con tarjeta. Transporte seguro, que no está sometido a operadores aéreos, ni a problemas atmosféricos; y tampoco a descarrilamientos o derrumbes. Visto de otra manera, es acertado Woody Allen cuando dice que la muerte es como un sueño largo, interminable, con la ventaja de que uno no se tiene que levantar a orinar.
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