Cine de hoy

Twitter: @leonardopineda

La gran expectativa que generó el estreno de Noé una película que prácticamente contaba con todos los elementos para ser una verdadera bomba cinematográfica pasó a ser una decepción profunda como las aguas del diluvio contado en ella.
Todo estaba dado: Un casting excelente, premiado y reconocido con figuras como Russell Crowe, Jennifer Connelly, Emma Watson, Anthony Hopkins, Ray Winstone y Logan Lerman, que sin embargo se pierden en un histrionismo innecesario, rescatando sin duda el aporte que la señorita Watson le da a su papel haciéndolo muy emotivo y natural. Algo falla en la construcción de esta familia bíblica, es poco creíble y demasiado "construida".
Un director de lujo como Darren Aronofsky que ha sido artífice de grandiosas películas como mis favoritas Requiem por un sueño (2000), El cisne negro (2010) o PI, Fe en el caos (1998) y que siempre soñó con llevar esta historia a la gran pantalla. Su visión religiosa (él es judío) trató de juntar varios aspectos en un film épico que se pierde en sus mismos tinglados de película de guerra, de amor, familiar, épica, de desastre pero todo en una cadena ficticia que la hace su peor realización.
Un presupuesto exorbitante para realizar unos efectos espectaculares pero que a la larga no sorprenden como deberían  y sumado a todo lo anterior una fecha de estreno excepcional, mermada por comentarios del mismísimo Vaticano en la que la consideran una película "Sin Dios" justo ahora en Semana Santa… grave.

Sin  embargo todo estaba listo y lo más  lamentable fue el tener que consultar el reloj varias veces durante la exhibición y rogar porque aparecieran los créditos para salir de la sala. Una gran decepción o mejor, unas expectativas demasiado altas para una realidad pírrica.

Otra película de esta época es la llamada El Hijo de Dios, con Diogo Morgado, quien ya había hecho el mismo papel en la serie de History La Biblia y la cual fue resumida para  hacerla. La historia está realizada de manera muy acertada, pegándose literalmente a los acontecimientos bíblicos y retomando una estética de film religioso muy plana y efectiva, ese puede ser el problema de la misma, obvio que no se puede contar fuera del guion bíblico, pero de pronto pudiera haber sido más apasionada en su concepto actoral. Sin embargo, viéndola como espectador común y corriente, la  película cumple a cabalidad su misión de mostrar la vida de aquel nazareno tan importante para más de la mitad de toda la humanidad, sin los apasionamientos y el sangriento gore que hace diez años presentó Mel Gibson.