Explorar territorios de sostenibilidad de la educación superior pública, transitar por ellos y realizar las propuestas que de esa indagación surjan, es una tarea que demanda esfuerzo imaginativo para lograr mínimos de acceso, cierre de brechas, equidad social, permanencia con calidad y, por supuesto, escenarios de paz.

Recientemente realizamos en la Universidad de Caldas el foro denominado “La Sostenibilidad financiera de las universidades estatales: un compromiso inaplazable por la paz”, dado que consideramos de la mayor pertinencia ofrecer un espacio de discusión acerca de este tema de crucial importancia para la educación superior pública y, por esa vía, para la construcción de una paz duradera y estable. La cita de Einstein nos ofrece un marco de las dimensiones en que transcurre la discusión: ciencia+creatividad+innovación, ecuación en directa proporción con la de universidad pública+financiamiento estatal. Pues es claro que mientras la primera constituye la esencia de la segunda, esta no es nada sin el apoyo estatal suficiente. Ninguna sería posible sin los esfuerzos que hemos venido realizando en el día a día las 32 universidades públicas.

Un estudio presentado por el SUE en 2012 reveló que no obstante haber aumentado la cobertura, creado programas de pre y posgrado, aumentar significativamente el número de docentes cualificados y consolidado grupos y redes de investigación, así como haber ampliado y mantenido nuestra infraestructura física y tecnológica, lo cual aumenta los gastos operacionales permanentes; las transferencias de la nación no se incrementaron en la proporción. El estudio afirma que “en la actualidad las instituciones de educación superior (IES) se enfrentan a nuevos desafíos y los modelos de eficiencia que fueron utilizados para soportar los anteriores crecimientos han llegado ya a su límite y no resisten ningún crecimiento adicional, lo cual pone en riesgo la sostenibilidad de las universidades estatales”.

La Ley 30/92 no valoró los cambios y las sinergias que se activan en los territorios de la educación superior pública, así que, por falta de perspectiva, empujó paulatinamente a la universidad pública colombiana hacia su desfinanciación. De modo que, como se ha venido proponiendo desde el CESU, ASCUN y el SUE, su reforma es necesaria cuanto antes. Siendo una acción inaplazable, dicha reforma no constituye una solución inmediata porque los procesos legislativos suelen ser algunas veces de movimiento lento, es decir, son superados en oportunidad por los ritmos de lo cotidiano y, por lo general, esa lentitud termina afectando las soluciones inmediatas que reclama la realidad actual.

La Universidad Pública requiere asignaciones presupuestales que respondan a las realidades y que, de una vez por todas, nos ubiquen en un punto de no retorno a la desfinanciación, ahora que, cerca de los acuerdos de paz como esperamos, el alto presupuesto destinado a las Fuerzas Armadas se libere y pueda ser trasladado a la educación superior pública. Nuestro deber moral y político es trabajar incansablemente para garantizar la sostenibilidad presupuestal de la educación superior pública en Colombia, al menos para otra generación a partir de ahora, esto es, 30 años más.

La educación superior pública pasa un momento delicado desde el punto de vista de su sostenibilidad y nos corresponde a los miembros de las Instituciones de Educación Superior Pública, pensarla críticamente y contribuir a superar la crisis. Bastaría imaginar un país sin educación pública de calidad para constatar que todo lo demás se viene abajo y la paz y la justicia social se vuelven imposibles infinitos, con todo el impacto de lo que ese escenario significaría.

La construcción de una paz duradera y estable a la que hemos apostado las universidades públicas, no puede consolidarse sin atender las necesidades básicas insatisfechas de miles de colombianas y colombianos, dentro de las que la educación superior pública, debe ser considerada principal e impostergable.

“En los momentos de crisis solo la imaginación es más importante que el conocimiento”. Albert Einstein