“El futuro de los ancianos de Manizales no puede ser distinto al del resto del país, solo tienen algo seguro, el aislamiento y el abandono.” Esta frase la repetía con frecuencia mi profesor de geriatría, el doctor Jaime Márquez Arango. Repasando la historia y lo que vivimos en la actualidad, no puede estar más vigente.
El primer asilo de ancianos de Manizales se construyó en el año 1926, llamado el ancianato de Lourdes. Pasaron solo siete años, en 1933, cuando por primera vez los ancianos son desplazados para dar paso a la construcción del parque Liborio Gutiérrez. Inmediatamente son trasladados a un ala del Hospital Municipal, (donde hoy se encuentra el Centro Comercial Cable Plaza) la cual compartían con el servicio de ginecoobstetricia, siendo algo muy complicado, porque se dificultaban las labores asistenciales de los médicos y los pacientes.
Cuando se inaugura el Hospital de Caldas en 1960, hay júbilo en los ancianos, pues el hospital queda todo para ellos, hay que anotar que para la época ya no solo había ancianos abandonados, sino que se albergaban personas con discapacidad mental, los cuales abundaban debido a la gran endogamia y a otros factores existentes, y era muy común que las familias sintieran vergüenza, algo que ya afortunadamente no ocurre. Imaginamos que para la sociedad del momento era muy incómodo ver a sus familiares con discapacidad mental y a ancianos pobres tan bien acomodados en ese lugar central, además de que muchos pasaban por allí y el remordimiento los perturbaba.
Es cuando la Beneficencia de Manizales recibe un gran lote del señor Carlos Gómez Escobar, aledaño a una de sus fincas en la vereda La Linda, y deciden construir allí el Hospital Geriátrico San Isidro, la construcción arranca en 1968 y aún sin terminar, discapacitados mentales y ancianos son llevados allí en 1973, para la época eran 240, el 80% discapacitados mentales, porque muchos de los ancianos habían muerto.
Es así como arranca el Hospital Geriátrico, indudablemente una historia llena de desplazamiento e injusticia. Afortunadamente la suerte del hospital se ve beneficiada con la llegada de la academia. En 1976 arrancan las prácticas de la facultad de Enfermería de la Universidad Católica y un año más tarde la facultad de Medicina de la Universidad de Caldas con la cátedra de Medicina Interna, pero el gran paso se da en el año 1986, cuando se crea el primer programa de geriatría clínica en Colombia, gracias al liderazgo del doctor Jaime Márquez Arango. Años después, diferentes facultades como fisioterapia, fonoaudiología, odontología y trabajo social se unieron a la labor académica en el hospital.
Lo mismo que en sus inicios, la participación hoy en día de la academia es fundamental para no dejar morir el hospital, considero que las facultades de Medicina encontrarían un inmejorable lugar de prácticas para sus estudiantes, así como las otras universidades que poseen programas relacionados con salud, en un espacio que sea de todos, con un objetivo claro, todo puesto al servicio del bienestar de los pacientes y especialmente de los ancianos.
El señor alcalde ya dio el sí, y las universidades trabajan mancomunadamente en una propuesta que permita que este propósito sea una realidad. Ojalá que esta propuesta sea bien presentada, bien articulada y concertada y que en las próximas sesiones extras del Concejo de la ciudad sea adecuadamente defendida para que se haga una realidad, y que de paso la sociedad y la política se reivindiquen con nuestros ancianos.
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