Resulta curioso que la gran mayoría de los caldenses no conozcamos palmo a palmo el Departamento y es evidente, debido a la condición geopolítica y a la deficiente conectividad de sus regiones; es casi imposible encontrar en la actualidad, una interacción ágil y fácil entre muchos municipios y poblaciones.
Por la desarticulación de Caldas, el norte interactúa con Medellín, el occidente con Pereira, el oriente con Bucaramanga, Bogotá e Ibagué y solo algunos municipios de la región centro-sur guardan una estrecha relación con Manizales, su capital.
Debemos reconocer las múltiples riquezas que posee nuestro Departamento esparcidas a lo largo y ancho de su agreste topografía y buscar los mecanismos necesarios para desarrollarlas al máximo.
La hidrografía del oriente con los ríos Guarinó, la Miel y Samaná. El proyecto de Miel I en funcionamiento y los estudios de Miel II, Samaná Medio, Puente Linda y Butantán, hacen de esas riquezas hídricas una región con una prosperidad asegurada.
La selva de Florencia junto con otros nichos forestales, son una reserva maderera regional de doble propósito, al buscar los beneficios ambientales y comerciales.
La Laguna de San Diego, hermoso paraíso lacustre sin explotar, verde como una esmeralda, necesita proyectarse como un sitio obligado de conocer; urge la presencia de un operador turístico que promocione esta joya del oriente de Caldas.
En el occidente contamos con una muestra multiétnica compuesta por blancos, negros, indios, mestizos, mulatos y cimarrones, quienes despliegan su diversidad cultural en los Municipios de Riosucio, Supía y Marmato. En esta zona están las reliquias antropológicas desconocidas, las cuales guardan el ADN de nuestra comunidad aborigen.
La colonización antioqueña y caucana, dejaron a su paso, las huellas donde se puede deletrear la influencia que recibieron de sus fundadores, los moradores de estos pueblos. Su arquitectura guarda unos principios inmodificables, destacándose los viejos caserones, donde el estilo inconfundible y los diseños son de refinada belleza. El folclor, la gastronomía, las costumbres, la poesía y las letras, marcan el nivel cultural de cada época.
La minería y los extranjeros pioneros de esta actividad, colocaron su impronta en Riosucio y Marmato, encontrándose aún apellidos originales y otros deformados que narran las leyendas de sus antepasados como protagonistas de la explotación del carbón y el oro.
El paisaje cultural cafetero toca a la gran mayoría de los municipios. Por décadas estas regiones han dedicado sus campos, su esfuerzo laboral y su economía, al monocultivo del café; de igual manera han recibido como agremiados, el beneficio de la Federación Nacional de Cafeteros que los aglutina, dejando la impronta de desarrollo y progreso en estas regiones.
Marulanda y San Félix rompen el estereotipo de Caldas. Valles a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar con las más frescas y nutritivas pasturas, sirven de despensa para hatos de ganado normando y rebaños de ovejas; sus casas de madera arropadas por la neblina y el frío, confunden esa región con un paraje de cualquier país nórdico.
El termalismo y las nieves perpetuas de la cadena de nevados que nos circundan, deben convertirse en sitios atractivos para visitantes y turistas. Al interior del macizo volcánico, se han realizado estudios sobre energía geotérmica que deben concluirse y explotarse como un recurso alternativo.
Tienen nuestros pueblos un patrimonio iconográfico de inmenso valor, despuntando en la ubicación de los centros poblados, las torres de las iglesias y los campanarios que guardan con celo en sus naves unas legendarias y valiosas piezas del arte sacro, objetos de gran valor, para un variado inventario del turismo religioso.
El avistamiento de aves se convierte en un atractivo para nuestra región. Un grupo selecto de investigadores y voluntarios, han posicionado nuestro entorno como uno de los sitios preferidos para ser visitados por expertos y aficionados, quienes viajan por el mundo con el propósito de conocer la multivariedad de especies censadas que anidan en nuestros bosques.
Las artesanías y golosinas se posicionan y adquieren renombre en el exterior; el sombrero aguadeño, la ruana de Marulanda, las colaciones de Supía, los corchos de Neira y los chorizos de Villamaría, son referente para visitantes que indagan por estos elementos tan autóctonos y tan nuestros.
Las universidades y la diversa población de alumnos, integran un contingente donde la educación, la investigación y el conocimiento, nos hacen diferentes. Además, el Programa de Bandas Estudiantiles de Música de reconocida calidad y prestigio, posiciona los músicos de nuestra tierra por su talento y formación musical.
Pero hablando de la riqueza de Caldas, debemos para terminar, mencionar la más magna: Nuestra gente. Los hombres y las mujeres caldenses han hecho grandes estas montañas con sus pueblos y sus realizaciones. Con su espíritu de lucha y su tesón sacan adelante el desarrollo de unas tierras inhóspitas, agrestes y difíciles, por medio de instituciones públicas, privadas y empresariales, levantadas de generación en generación, sirviendo de estructura social de una población que lucha por mantener un destacado posicionamiento en el contexto nacional.
La riqueza la tenemos, brindemos las herramientas para mantenerla y explotarla. Es parte del futuro.
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