Falleció el martes pasado a la edad de 95 años uno de los más grandes economistas y pensadores del siglo XX, el profesor estadounidense Kenneth Arrow, ganador del Premio Nobel en 1972. Su trabajo es ampliamente reconocido no solo por los economistas sino también por politólogos y filósofos políticos. Arrow desarrolló junto con el economista francés Gerard Debreu, la moderna Teoría del Equilibrio General, médula espinal del paradigma neoclásico en economía. Se trata de una respuesta matemática y abstracta a la pregunta planteada inicialmente por el fundador de la ciencia económica en el siglo XVIII, Adam Smith: ¿Cómo es posible que una sociedad basada en la toma descentralizada de decisiones económicas por parte de individuos autointeresados no conduzca al caos sino al equilibrio? La respuesta, como lo recalca Frank Hahn, uno de los grandes neoclásicos, fue provista inicialmente por el propio Smith y por los economistas del siglo XIX, especialmente por León Walras: los precios son los que imponen orden en el caos potencial. Los precios emiten las señales sobre la escasez relativa de los bienes de modo que los intercambios que llevan a cabo los diferentes agentes en el mercado conducen -sin que éstos se lo propongan- al equilibrio, es decir, a una situación en la que no hay exceso de demanda ni exceso de oferta en el conjunto de la economía.
Esa respuesta alcanzó su máximo grado de desarrollo con el modelo de Arrow y Debreu en el que se demuestra matemáticamente que, dados ciertos supuestos, ese equilibrio no solo existe sino también que es único, es decir, corresponde a un solo vector de precios y además, es estable. El cumplimiento de esos supuestos resulta bastante restrictivo ya que se considera que el equilibrio existe siempre y cuando el mercado opere en condiciones de competencia perfecta y mercados completos, es decir, en ausencia de: i) externalidades (cuando hay agentes que no participan en la producción, el intercambio o el consumo de ciertos bienes y sin embargo asumen parte de los costos o de los beneficios -el ejemplo clásico de externalidad negativa es la contaminación ambiental y de externalidad positiva es la inversión en actividades de investigación y desarrollo), ii) bienes públicos, iii) asimetrías de información y iv) costos de transacción. Así las cosas, la teoría neoclásica es también una teoría de las fallas del mercado y por tanto, ofrece una justificación a la intervención del Estado. Aquellos que piensan que la teoría del mercado (teoría neoclásica) es lo mismo que la ideología del mercado (neoliberalismo), están tremendamente equivocados. Piensen en Stiglitz.
Arrow como muchos otros neoclásicos estaba consciente de las limitaciones del mercado y de la necesidad de tomar decisiones de política pública “por fuera” del mismo. Esas decisiones deberían reflejar ya no los gustos de los individuos en tanto consumidores sino sus valores en tanto ciudadanos. Arrow es también el padre de la moderna Teoría de la Elección Social, es decir, del proceso de toma de decisiones colectivas a partir de la agregación de las preferencias individuales acerca de la sociedad en su conjunto. Le preocupaba la desigualdad y declaró que una de las principales motivaciones de la teoría era “decir algo útil acerca de la evaluación de las distribuciones del ingreso”. Al plantear un conjunto de condiciones razonables que deberían ser cumplidas por un procedimiento de agregación de las preferencias de los ciudadanos en una decisión social, llegó a un resultado devastador conocido como el Teorema de la Imposibilidad: ese procedimiento no existe. El marqués de Condorcet había llegado a un resultado similar en el siglo XVIII al demostrar que el gobierno de la mayoría podía ser inconsistente. Afortunadamente, el economista indio Amartya Sen abrió alternativas para la elección social relajando algunos supuestos y vinculándola con la democracia deliberativa.
Según Arrow, si la competencia dista de ser perfecta, es posible promover simultáneamente la eficiencia y la igualdad ya que buena parte de las remuneraciones exageradas están asociadas menos con la productividad y más con conductas rentistas. Por eso importa que la tributación sea progresiva. Para Arrow, la elevada desigualdad restringe la libertad en la medida en que “el ingreso y la propiedad son los instrumentos de la libertad de un individuo”.
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