Volvemos a las manipulaciones del “Estado de Opinión”, de nuevo las encuestas de diseño para engañar y desorientar. Que el No le gana al Sí, que votar No es votar Sí, que paz sí pero sin “impunidá”, que vienen soldados cubanos, que le entregan el país al “Castrochavismo”, que van a homosexualizar a nuestros hijos. Qué procesión de mentiras sin ninguna base en la verdad, mentiras simples mentiras.
Mentir es malo. La democracia exige un pacto de lealtad entre el político y la nación, entre el líder y la gente, entre las palabras y la verdad.
Los colombianos, sin excepción (hasta Uribe si le creemos a sus palabras contraevidentes), estamos a favor de la paz. Es mejor la paz que la guerra, es mejor vivir que morir, es mejor una entrega negociada de armas de la guerrilla más grande que muchos años más de guerra, como diría Pambelé “es mejor ser rico que pobre”.
Un año de cese al fuego unilateral demuestra con cifras contundentes la bondad de callar el bronco y siniestro idioma de los balazos. La paz es un bien absoluto, la humanidad la considera buena y sin duda la guerra es mala para casi todos los seres humanos, menos para los que odian o se benefician con los despojos sanguinolentos que se desprenden de esa explosión de muerte.
Que esta paz que con inmensa paciencia, serenidad, sabiduría y pericia ha negociado el caldense Humberto de la Calle y su equipo muy calificado no es perfecta puede ser cierto. La mejor pregunta es: ¿Este acuerdo es el mejor posible? Yo creo que sí.
El intento tramposo de criticar el acuerdo ha fracasado de mala manera. Los argumentos sin base en la verdad, los galimatías del si es sí y el no es sí y todo lo contrario, las contradicciones e incoherencias entre argumentos y actuaciones del pasado del líder ululante del No confunden pero no convencen, por eso recurren al odio y al terrorismo ideológico.
Desde la conquista las motivaciones mortales han tenido que ver con el odio. El odio a los infieles, a los no cristianos legitimó la sangre derramada de los indígenas y su sometimiento, la inquisición de odio religioso implacable y sus espectáculos de sangre y fuego reinaron aquí por muchos años. La guerra de independencia duró diez años de muertes, las guerras civiles entre “generales” de dedo sesenta años. La violencia entre liberales y conservadores cerca de cincuenta, y la guerra con las Farc 52 largos años.
Ya es hora de parar. No más sucesos de odio entre los colombianos. El Sí se impondrá por amplia mayoría. Bienvenida la concordia. Voto Sí.
Adiós a las Farc.
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