Si me preguntan cuál es mi momento favorito del día, la respuesta viene a mi cabeza sin tenerlo que pensar mucho; sin duda alguna el evento que más disfruto ocurre al amanecer. Es el tiempo sagrado del “arrunchis”. A veces yo la despierto, otras ella sola se levanta y va a dar a mi cama casi dormida; es el momento para abrazarla y expresarle mi ternura, en fin, hacer todo lo que pueda para que mi hija inicie un día feliz. En los días oscuros me cuesta dificultad explicarle que ya se tiene que levantar para ir al colegio, pues todavía no entiende muy bien el concepto de la hora, así que día frío es sinónimo de llegada tarde; para ella es muy difícil renunciar al calor que da mamá y para mí, confieso, es un reto soltarla al mundo, ya que por más sacos y bufandas que le ponga nada puede reemplazar la perfección de mis brazos rodeándola. Son los días en los que el despertador suena hasta seis veces. Creo que ése es nuestro récord.
Apapachar le dicen algunos. Esta palabra azteca, que asimiló el español, viene del Náhualt y en su lengua de origen tiene un significado bellísimo: Acariciar con el alma. Qué mejor y perfecta descripción para el concepto de ternura, además abarca un extenso grupo de acciones; brindar consuelo cuando se caen y se raspan las rodillas, pensar en una solución si el juguete favorito se rompe o reconfortarlos cuando algún compañerito les hiere los sentimientos. Existen miles de oportunidades para poner en práctica este hermoso verbo con nuestros hijos.
Por supuesto que la ternura es uno de los principales pilares en una relación de pareja. Los que vivimos casados por un tiempo sabemos que la pasión disminuye, pero la ternura no, o al menos no debería. Y a mí me parece más importante, pues la ternura alimenta el alma y va mucho más allá de los sentidos, ayudando a crear lazos sólidos, sea entre amigos, novios, esposos y por supuesto entre padres e hijos.
La ternura no figura entre los derechos fundamentales, al menos no de manera explícita, pero considero que para la formación de un ser humano feliz es un elemento clave. Es uno de los mejores regalos que podemos dar a nuestros hijos para que logren un desarrollo emocional sano y construyan una fuerte autoestima. Es la manera de expresarles nuestro amor incondicional más allá de las palabras, pues el valor que tiene una caricia o un abrazo para nuestros pequeños es inconmensurable.
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