Sin la menor duda el asunto más importante para el país, para la sociedad colombiana, en este año que comienza, es avanzar sustancialmente en el proceso de paz con las Farc, de manera que para finales del año ya esté terminado o en un estado tal que no tenga la más mínima posibilidad de romperse. Es muy importante que exista conciencia al respecto, pues solo con una claridad meridiana en este asunto será posible atravesar el muy difícil camino que hay desde el punto en que están los diálogos hoy hasta aquel en que esté en firme un acuerdo entre el Estado colombiano y la guerrilla.
La buena noticia es que las condiciones estructurales del actual proceso de diálogo y negociación son las mejores en mucho tiempo. Mucho mejores que los tiempos de Belisario, Gaviria y Pastrana. Este punto es muy importante tenerlo en cuenta, porque todo el ruido político y mediático que acarrea unas negociaciones de paz puede opacar ese importante hecho e ir debilitando el proceso. Miremos estos elementos estructurales: el balance militar es mucho más favorable para el Estado que en las anteriores oportunidades, lo que hace muy improbable un fortalecimiento de la guerrilla que la lleve al estado de fuerzas que vivió hace doce años. Sus líderes están ya en una edad madura, alrededor de los sesenta años, recordándoles que ésta puede ser la última oportunidad de lograr, así sea parcialmente, aquello por lo que han luchado con obsesión por treinta o más años, por ejemplo, un cambio sustancial en la estructura agraria del país y la apertura para que sus ideas políticas y sociales puedan exponerse abiertamente en la política. Por el lado del Estado, si bien se ha logrado ese avance enorme en términos de confrontación militar también es cierto que la posibilidad de una pronta derrota de las Farc se ha diluido en el tiempo y perseguirla puede tener unos costos mucho más altos en todos los términos, especialmente en lo humano, que los que implica un acuerdo negociado. En el escenario internacional también las condiciones son propicias: ya apagada la hegemonía de la cruzada antiterrorista emprendida por Bush hace más de una década se abren hoy nuevas miradas a los conflictos armados internos y la salida negociada vuelve a contar con sólidos respaldos, empezando por el de Estados Unidos y más ahora con el presidente Obama recién reelecto. Y respecto a la justicia que hay que aplicar a los eventos ocurridos bajo el conflicto, especialmente a los más duros y crueles, también se ha avanzado bastante desde la creación de la Corte Penal Internacional para lograr un equilibrio entre la obligación de revisar lo sucedido, sancionar cuando es menester y lograr la pacificación de un país, hay caminos nuevos que ayudan en procura de un balance que atienda todas las necesidades.
Sin embargo, las condiciones estructurales favorables, y no me canso de repetir que son las mejores en décadas, no son garantía de éxito. Para que éste llegue se requieren también otros elementos: un esfuerzo serio de todo el Estado colombiano, principalmente del gobierno; la voluntad y claridad de la guerrilla de que esta vez sí tienen que llegar a un acuerdo, y el compromiso de toda la sociedad de apoyar el proceso y los acuerdos que se logren. No hay dudas del compromiso del Gobierno Nacional con el proceso y la competencia de los responsables de conducir las negociaciones. Respecto a la guerrilla creería que están mucho más orientadas a llegar a acuerdos que a pararse de la mesa. Pero es en la sociedad donde más vacilaciones se observan y donde tal vez no hay conciencia de la trascendencia de este proceso de paz; se quiere una paz gratis, que no modifique nada y que de paso castigue severamente a la guerrilla. Esto, es prácticamente imposible en términos de negociaciones. Sería el peor acto de miopía y avaricia no apoyar este proceso de paz, pues sus dividendos inmediatos, a mediano y largo plazo son infinitamente más valiosos que sus costos, estamos hablando de terminar una guerra de medio siglo. Este año puede llegar a ser histórico para Colombia, y hay que hacer todo posible para que así sea.
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