Fernando-Alonso Ramírez
En Twitter: @fernalonso
"Pasarán más de mil años... muchos más..." canta el bolero. Y así será para la crónica, porque no se pondrán de acuerdo nunca los escribidores de este género tan al límite de la literatura y tan pretendido en el periodismo.
Antología de crónica latinoamericana es una selección de piezas publicadas, la mayoría, en los medios que hoy difunden esta forma narrativa en nuestros países, principalmente revistas. La compilación estuvo a cargo del reconocido poeta colombiano Darío Jaramillo Agudelo.
Se recogen en esta obra trabajos de periodistas como Leila Guerriero, José Navia, Juan José Hoyos, Alberto Salcedo Ramos, mis favoritos; así como de los favoritos de muchos más como Martín Caparrós o Juan Villoro.
Un error manifiesto, de bulto, es que en medio de semejante material que intenta convencernos de que todo es verdad, de que se pueden escribir como literatura hechos de no ficción, aparezca una narración de un sueño, que tiene cara de cuento, que se lee como cuento y que no es un cuento, tampoco una crónica. Resulta ser un fragmento de la novela de Hernán Casciari El pibe que arruinaba las fotos. ¿Qué hace metido aquí? Este error puede echar al traste con toda la compilación. Ficción en un libro de no ficción. La imaginación con los hechos.
Entiendo que hay una tendencia a preferir hoy las crónicas largas -alargadas muchas de ellas- y en las que es importante lo que le pasa al otro, siempre y cuando el autor de la nota se sienta involucrado. A eso llamo el yoísmo. ¿Suena despectivo?, sí. No me gustan. Este libro abunda en esta clase de crónica. No hay cinco en las que el periodista no se involucre. En algunas es necesaria la voz del periodista, su presencia fue obligada, pero en otras francamente se nota la gana de figurar. El periodista que fue a buscar una historia y termina contando cómo no la encontró, el de quien se sienta a recordar por qué en un momento cualquiera sucedió algo a su alrededor, más cercano a la nota ligera; también el de la que cuenta con pelos y señales cómo fue su experiencia swinger con su marido, entre un montón. Adiós a la vieja máxima: "los periodistas no son noticia".
La mayoría son historias bien contadas, bien escritas, en las que se ve que el narrador tiene una propuesta, lo cual es importante en tiempos en que muchos desprecian el discurso periodístico desde la creación y la planeación, y mejor se dejan llevar por la inercia a la hora de sentarse a escribir. Como salga. La técnica cuando se nos vuelve rutina apenas sirve para contar, no para encantar.
Cualquier estudioso de las buenas narrativas o profesor de periodismo, y esencialmente, del narrativo, se va a encantar con la segunda parte del libro: Los cronistas escriben sobre la crónica. Allí está el texto que extendió la fama de Villoro de por qué la crónica es el ornitorrinco de la prosa; Julio Villanueva Chang habla de qué significa escribir de esta manera hoy; Caparrós ataca a los cronistas, pieza que también aparece en su libro Lacrónica; Guerriero nos muestra algunas mentiras del periodismo; Boris Muñoz, notas desabotonadas; y Salcedo Ramos va hasta la roca de Flaubert.
A eso se agrega la introducción del compilador que trae un buen resumen de lo que ha sido el paso de la crónica, también de los textos que se encuentran adentro, a manera de abrebocas, y sobre todo, que alienta a escribir de la mejor manera. Creo que por lo menos a un par le faltaron las fotos que acompañaran, pues se hace referencia a cosas que es necesario ver, pinturas, lugares, a pesar de los esfuerzos de los autores por describir no se logra la imagen completa. Es mi opinión. Léanlo, y opinen ustedes.
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