Hay seres que caminan las calles donde crecieron y vieron asesinar a sus familiares y amigos, y ya no derraman lágrimas. A su paso van dejando un mensaje cargado de Ginna Morelo en la crónica Hay un solo San Carlos.

21 historias de dolor, de miedo, de esperanza y, sobre todo, de acción. Esto es lo que encuentran los lectores en Otras realidades, otros caminos, textos escritos por 21 periodistas colombianos que les siguieron los pasos a los ganadores del Premio Nacional de Paz, que se otorga desde 1999.

"Los verdaderos periodistas van a la realidad no se quedan en los testimonios oficiales y oficiosos, ni en los matoneos de tuit", describe en su introducción Ómar Rincón sobre el trabajo elaborado por estos colegas que aceptaron la invitación y fueron a esos lugares en donde se construye la esperanza de un país en guerra.

No se trata de un panegírico a demanda, sino de permitirles a los contadores de historias hacer lo que mejor saben hacer, periodismo. Por eso, con los valerosos testimonios también hay críticas al Premio o a su resultado. Ante todo, se cuenta el valor de la resistencia civil, casi siempre con mirada femenina.

El Premio Nacional de Paz también ha recibido críticas en ocasiones por seleccionar a quienes aún no concretan una idea, por dárselo a uienes no estuvieron desde un comienzo, por reconocer a personas o instituciones con una ideología política o que es vista con ella. Tal como sucede con el Premio Nobel, que no siempre deja contenta a la audiencia.

Más allá de esas minucias, estos textos, en su mayoría de altas calidades narrativas tanto que se notan las que no cumplen con ese rasero, cuenta la historia del país, de la violencia cruel que sufren los más desfavorecidos en esta sociedad nuestra y, también, que es desde la construcción colectiva, con decisiones radicales de no hacer frente a los violentos con violencia como se permite soñar en un mañana mejor.

Es estremecedor encontrar en la mayoría de historias comunes denominadores. Una decisión inquebrantable por seguir adelante aunque todo juegue en contra; la aparición de liderazgos que no se reconocían; las presiones de los violentos de uno y otro bando para que se paren las expresiones pacifistas; las acciones colectivas para defenderse; el acompañamiento de otros generalmente agencias internacionales o la Iglesia que creen, el abandono del Estado colombiano y, de telón de fondo o como disparador, la violencia sin medias tintas de las que fueron víctimas. Claro, como siempre, una oportunidad de conocer ese país de titulares y sangre, en gentes de carne y hueso que se han convertido en superhéroes de sus comunidades.

21 ganadores

1999. Asamblea Constituyente de Mogotes (Santander).

2000. Proyecto Nasa de indígenas de Cauca.

2001. Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio.

2002. Asociación de Municipios del Alto Ariari.

2003. Colectivo de Comunicaciones de los Montes de María.

2004. Chocaguán.

2004. Guardia Indígena del Cauca.

2005. Diócesis de Quibdó.

2006. Las Madres de la Candelaria.

2007. Profesor Gustavo Moncayo.

2007. Círculo de lectura infantil y juvenil del Caguán.

2008. Cabo del Ejército William Pérez.

2008. Herbin Hoyos.

2009. Pobladores de la Unión Peneya (Caquetá).

2010. Fundación Social Macoripaz en Riosucio (Chocó).

2010. Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra.

2011. Municipio de San Carlos (Antioquia).

2011. Asociación de Desarrollo Comunitario Merquemos Juntos (Barrancabermeja).

2012. Asociación Nacional de Víctimas para la Restitución y Acceso a la Tierra ­ Tierra y

Vida.

2013. Asociación Campesina de Buenos Aires (El Peñón, Bolívar).

2014. Ruta Pacífica de las Mujeres.

No alcanzaron a aparecer sus historias en el libro, los ganadores del 2015: la Asociación de Mujeres Tejiendo sueños y sabores y el brigadier general de Infantería de Marina (r) Rafael Alfredo Colón, director de la Acción Integral contra Minas.