Los cafés especiales son un espacio nuevo en el cual está todo por desarrollar. Nuestra caficultura con variedades tradicionales dio un vuelco hacia la producción de altos volúmenes por hectárea, con árboles resistentes a enfermedades, buscando ser altamente productivos para un mercado de commodities en el cual no somos competitivos por topografía, mano de obra, salarios y mecanización. El café que exporta Colombia es una buena materia prima para mezclas, pero poco porcentaje se consume como café de origen, nos quedamos en que tenemos el mejor café del mundo y, aunque digamos que nuestro estándar promedio es bueno, estamos lejos de ser los mejores en calidad de taza, según daylicoffenews.com somos la quinta opción de grano para tostadores especializados, una oportunidad para mejorar y crecer.
Nos sabemos muy bien el discurso de los monopolios y de su posición dominante en los mercados, pero dejamos de lado prácticas ancestrales y variedades que le dieron renombre y primas a nuestro café y que hoy son altamente valoradas en los mercados donde se consume alta calidad. Abandonamos el sombrío, la fermentación, el secado al sol (entre más rápido sequemos el café en los silos somos más eficientes), una recolección cada vez menos selectiva; no hemos innovado, fuera de cambiar el canasto de bejuco por uno plástico, revolvemos todo el café en las cooperativas y a duras penas sabemos que el café es de determinado municipio o de Colombia; eso que con el contrabando no podemos tampoco estar seguros.
Nuestro empaque de fique está en contra de la calidad del producto, el café se va en camiones y barcos donde absorbe todos los olores y humedad del mar, no tenemos códigos de barras para marcar cada saco, empacamos en sacos de 70 kg, de la época de las mulas, cuando las normas internacionales lo máximo que permiten son 25 kg, estos son retos tecnológicos que debemos superar para que nos permitan estar alineados con las necesidades de una cadena productiva de alto valor. Todo esto lo tenemos que repensar si queremos darle a nuestro producto el "estatus" que permita sacarlo del mercado de genéricos y de la bolsa de valores.
No tenemos relaciones fluidas y transparentes con los diferentes miembros de la cadena de suministro, no trabajamos en cadena de valor, no nos comunicamos con el cliente. ¿Quién de nosotros ha conocido los clientes de su café?, nuestras relaciones se volvieron de precio, nunca hemos sabido hacia dónde va ese café, si tenemos café con algún defecto pensamos cómo vendérselo a otro, porque ningún bulto por fermentado o vinagre que esté lo han echado al río Cauca, todo va para el mercado, lavado con cualquier agua, sepa a lo que sepa, todo esto termina traduciéndose en pérdidas de ahí para adelante por defectos en la calidad. Así y todo queremos que nos paguen mejor nuestro café; mientras en Colombia se compre el café por kilogramos y el factor de rendimiento, sin reconocer precios justos por la calidad, no habrá forma de que las cosas cambien.
En café especial, donde el valor del producto está ligado a la calidad de la taza, hemos venido identificando factores críticos que es necesario desarrollar. El ciclo de la ciencia se nos está quedando en investigación, que muchas veces no es aplicable, debemos dirigirla a satisfacer las necesidades de los mercados cada vez más especializados y que pagan altos precios por calidad; la diferencia con la innovación, es que en esta debemos llevar el conocimiento a volverlo planes de negocios, productos en el mercado y valor, además la gestión debe permitir crear empresas con base tecnológica que generen recursos para retroalimentar el emprendimiento.
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