Hay una fecha que debería ser motivo de gran preocupación para todos los colombianos y es el día en que se acaben las reservas de petróleo y gas de nuestro subsuelo. Esa fecha, que no está lejos, será el inicio del principal y gran problema para el gobierno de turno. ¿A qué presidente le corresponderá lidiar con semejante lío? Ya veremos.
En todo caso, es bueno saber que Colombia agotará sus reservas de petróleo en menos de seis años y medio, es decir que a partir de octubre del 2021 el país se verá en la dolorosa obligación de tener que comprar en el extranjero toda la gasolina que requiera para mover la economía nacional.
Pero a la preocupación por el agotamiento del petróleo hay que sumarle un hecho no menos importante: según los estimativos del Ministerio de Minas, en el mismo año 2021 se agotarán también las reservas de gas. Y no hay que ser ave del mal agüero, pero el día que sucedan los dos hechos antes mencionados las consecuencias para Colombia no serán las mejores.
Con respecto al petróleo, el problema es por partida doble. Una cosa es la disminución de su precio a la mitad, como ya ha sucedido, lo cual le va a generar al país un desajuste inmenso en el recaudo de impuestos; pero otra muy distinta, e igualmente grave, es el hecho de que se agoten las reservas petroleras.
Ya en este mismo espacio nos hemos referido a las nefastas consecuencias que traerá a un país "petróleo-dependiente" como Colombia el bajo precio del petróleo. ¿Por qué? El recaudo de impuestos será menor, la inversión extranjera disminuirá, el precio del dólar subirá, la economía crecerá a un menor ritmo, la pobreza se incrementará, subirá el desempleo, la clase media disminuirá; y sería interminable la lista de consecuencias negativas si las relacionáramos todas en esta columna.
Y a todo ello, súmele el hecho que se nos acaben las reservas de petróleo y el país se vea obligado a importar toda la gasolina que requiere el aparato productivo nacional. No solo nos quedamos sin el ingreso que genera el petróleo a la economía colombiana, sino que al país le tocará buscar los recursos para comprarlo en el exterior. Y ateniéndonos a la suerte, seremos tan de malas que cuando se nos acabe el petróleo, ahí sí su precio subirá. ¡Póngale la firma!
Con el tema del Gas las cosas son muy parecidas, pues son 7 y medio millones de hogares los que encienden sus estufas con este producto, así como 500 mil los vehículos que se han convertido al sistema de gas y también muchas industrias lo utilizan para su proceso productivo. Por eso, el día que queramos abrir la válvula y nos demos cuenta de que el gas se agotó, todos quedaremos pálidos al no poder contar con este sistema de energía.
Lo cierto es que el estimativo de reservas de petróleo y gas es un dato concreto y cierto que el propio gobierno a través del Ministerio de Minas y Energía ha puesto en evidencia.
Por eso, recordando el bello tango interpretado por Gardel, "… que es un soplo la vida, que veinte años no es nada...", más bien digamos, con los pies sobre la tierra, "… que seis años no es nada, que febril la mirada…". Pero en este caso será la fiebre y el desasosiego que nos darán si el gobierno no afronta el problema con una política pública clara y agresiva en materia de exploración de nuevos pozos.
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