La columna de hoy no se refiere al famoso cantautor paisa de música popular, conocido como el "niño bonito del despecho", Pipe Bueno, que tanto entretiene a jóvenes y adultos con su pegajoso ritmo, adoloridas letras y melancólica voz. Esta vez hablaremos del otro Pipe, también famoso, joven, con excelentes patrocinadores y, si todo sale como se ha previsto, con un futuro promisorio; eso si logra ejecutar su misión al pie de la letra. Se trata de Pipe Dos, o Pipe 2.0 como lo ha bautizado el gobierno nacional, su padre, para darle un aire moderno y renovado.
Pero, ¿cuál es el origen de Pipe 2.0? El gobierno nacional, preocupado con el difícil momento que atraviesa la economía colombiana y seguramente anticipándose a los complicados resultados que veremos al final de 2015, ha decidido reencauchar el famoso Plan de Impulso a la Prosperidad y el Empleo, o ‘PIPE’ por sus iniciales, para darle una mano al sector productivo nacional, inyectándole una jugosa suma de dinero a algunos sectores estratégicos de la economía y de paso generar 323 mil nuevos empleos. Ojo, así el gobierno reconoce tácitamente que la economía no va bien.
Pipe 2.0 es el hermano menor de Pipe (uno), que llegó ‘al mundo’ en el año 2013 con similar propósito de generar empleo y reactivar la economía, que por aquella época también pedía a gritos una clara política de Estado. Y confirmando el viejo refrán de que "todo hijo llega con el pan bajo el brazo", Pipe (uno) llegó en aquel entonces con $5 billones para inyectarle a la economía, en vivienda, rebaja de impuestos, infraestructura vial, agricultura, competitividad, comercio, industria y lucha contra el contrabando.
Esta vez el reencauchado Pipe 2.0 llega con ‘un pan’ mucho más grande y sabroso para hacer algo parecido pero con mucha mayor fuerza y contundencia, y dispuesto a invertir la no despreciable cifra de $16,8 billones, más del triple de lo que trajo su hermano mayor hace ya casi tres años.
Con este dinero Pipe 2.0 aspira hacer obras viales en departamentos y municipios; construir aulas escolares; dar subsidios a la tasa de interés para compra de vivienda; rebajar impuestos a la industria (cero arancel para materias primas y bienes de capital que no se producen en Colombia), dar gabelas para el sector petrolero y minero; otorgar créditos línea Bancoldex para promover las exportaciones; invertir en emprendimientos con innovación; y apoyar el turismo.
Y es que mucho se ha escrito y dicho sobre la urgente necesidad de un plan de choque para la economía colombiana, tremendamente afectada por el bajo precio del petróleo. Pero, ¿qué tiene que ver el petróleo con la economía? Muy sencillo: petróleo barato implica menores ingresos para Ecopetrol, menores regalías para las regiones, menores impuestos para el gobierno, menor inversión en nuevos pozos petroleros, menos dólares en circulación, todo lo cual impacta la economía mucho más de lo que podamos imaginar y por ende afecta el bolsillo de todos los colombianos.
Por eso hay que destacar, objetiva y positivamente, el simple hecho de que el gobierno haya tomado alguna medida preventiva de un mal mayor. Pero, ¿será Pipe 2.0 el plan de choque adecuado para la situación económica actual? Esperemos que sí y que no se engavete en los escritorios de los burócratas; pero además confiemos en que la esperada reforma tributaria estructural tan anunciada por el gobierno no borre de un plumazo las buenas intenciones de Pipe 2.0, para que no terminemos, al final del camino, cantando una canción de despecho del otro Pipe, del Bueno, desengañados por lo que pudo haber sido y no fue.
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