Para nadie es un secreto la necesidad que tiene el Gobierno nacional de enderezar sus finanzas públicas. Y todo, por la reciente descolgada del precio del petróleo. ¿Por qué? Sencillamente, con el actual nivel de precio del hidrocarburo se vinieron a pique los ingresos de las grandes empresas petroleras; y por ende disminuyeron sus utilidades, lo cual se traduce en menor pago de impuestos.
Pero lo grave del asunto es que cuando el precio estaba por las nubes y a la gran mayoría se le olvidaba que 'todo lo que sube baja', en Colombia sucedía que de cada $100 que recibía el Estado, aproximadamente $22 provenían del petróleo, representados en impuestos, regalías y utilidades de Ecopetrol. Todo lo cual, al bajar el precio del petróleo, generó un inmenso faltante de recaudo estimado hoy en $23 billones (ojo, 23 millones de millones de pesos).
Y como semejante hueco hay que taparlo, la única solución a la vista es trasladar la carga a otros sectores. ¿Cómo? Para ello están proponiendo la famosa reforma tributaria estructural, mediante la cual, gústenos o no, inexorablemente tendremos que pagar mayores impuestos.
Hasta el momento, el Gobierno nacional ha dejado entrever que la carga más fuerte de la reforma la deberán asumir las personas naturales, lo cual genera inmensas expectativas como quiera que es muy grande la cifra que falta para equilibrar el presupuesto nacional. ¿Será posible recaudar $23 billones adicionales, anualmente, solo del bolsillo de las personas naturales? Si ello no se combina con un severo recorte del gasto público, lo dudo.
En fin, ya veremos. Lo cierto es que más tarde que temprano los técnicos que manejan la economía colombiana 'cayeron en cuenta' de que no es sano depender de los recursos petroleros porque, como acabamos de comprobarlo, los precios del hidrocarburo se vinieron abajo y la economía quedó en rojo.
Por ello la semana pasada, en el marco del Foro Económico Mundial celebrado en Medellín, escuchamos el anuncio del ministro de Hacienda en el sentido de darle un 'súper impulso' a los sectores agropecuario, turístico e industrial, entre otros, para que jalonen la economía y se conviertan en los motores que reemplacen, en buena medida, la actividad económica y los niveles de inversión que antes generaba el sector petrolero.
Por supuesto que ¡bienvenida la medida! En buena hora se anuncian nuevas líneas de financiamiento, ojalá a bajas tasas y amplios plazos, para la industria colombiana, el agro y para impulsar el sector turístico. Y ello de la mano del ambicioso plan de inversión en infraestructura que se ejecuta en Colombia.
Es decir, no puede existir un mejor (¿o peor?) momento para que se anuncien este tipo de alivios para el sector productivo colombiano. De una parte, porque estamos ad portas de un alza de impuestos en medio de un ambiente de incertidumbre mayúsculo, como quiera que hoy la carga tributaria es muy alta; y por otra parte, porque ya era hora de que la economía deje de depender del petróleo. Pero ojalá el anuncio no se quede en eso, en un simple anuncio, sino que se convierta en lo que le hace falta al sector productivo colombiano.
Porque sería muy triste que se borrara con el codo lo hecho con la mano. Es decir, que le den contentillo al sector productivo con líneas de crédito blandas, pero a la vez lo claven con un alza de impuestos desbordada. Esperemos que no terminemos en ello.
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Al Margen: Aprovecho el espacio y la oportunidad para expresar unas felicitaciones sinceras al Diario LA PATRIA por sus 95 años de existencia.
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