Hace pocos días emitió su informe de conclusiones la famosa Comisión de Expertos conformada para recomendarle al Gobierno nacional los temas que deben ser modificados en la próxima reforma tributaria. Y aunque es indudable que se trata de una propuesta bien elaborada y técnicamente justificada, no hay que perder de vista que en la mayoría de sus componentes pretende subir los impuestos.
Por ejemplo, para las personas naturales la propuesta plantea ampliar la base de contribuyentes, lo que significa que las personas empezarían a pagar impuestos a partir de una renta líquida gravable de 1,5 millones de pesos, con lo cual los asalariados se verían seriamente afectados.
Para las sociedades se plantea la creación de un nuevo tributo denominado Impuesto sobre las Utilidades Empresariales (IUE), que agruparía el impuesto de Renta y el CREE. Es decir, lo mismo de antes pero con distinto nombre. Y a la par con ello, la eliminación de muchas exenciones y deducciones hoy existentes.
También se plantea convertir en renta ordinaria los dividendos que reciban las personas naturales. Es decir, gravarlos con impuesto, lo que en palabras sencillas significa más de lo mismo.
Pero la cereza que adorna la propuesta es el incremento que proponen para el IVA, que pasaría del 16% al 19%. ¡Sin palabras!
Ahora bien, se preguntarán los amables lectores ¿qué tiene que ver el título de esta columna con la próxima reforma tributaria colombiana o con la comisión de expertos que acaba de proponerla? La respuesta es: mucho más de lo que nos imaginamos. Y aunque sea por cultura general, es bueno saberlo.
Arthur Laffer es un economista gringo (tiene hoy 76 años), graduado en la famosa Universidad de Yale, con doctorado en la prestigiosa Universidad de Stanford y que durante la administración de Reagan fue uno de sus principales asesores económicos. Pero lo importante del tema no está allí.
Resulta que en 1974, en un restaurante de Washington con un grupo de colegas, analizaban la conveniencia de subir las tarifas de los impuestos en Estados Unidos para con ello incrementar los recaudos y reducir el déficit fiscal (calcado a lo que sucede hoy en Colombia).
Pero Arthur Laffer demostró matemática y gráficamente en su servilleta que mientras más subieran las tarifas impositivas, el recaudo de impuestos tendería a disminuir en el largo plazo, dando origen a la famosa “Curva de Laffer”. Sencillo. Si la tarifa la suben más de la cuenta, se disparan la evasión y la elusión tributarias y por consiguiente el recaudo será menor.
Y el hecho se comprobó en la Administración Reagan, quien aplicó la “curva de Laffer” y redujo la tarifa de impuestos personales del 70% al 28%, lo que desencadenó una etapa inolvidable para EE.UU. de prosperidad económica y altísimos recaudos de impuestos.
Pero todo lo contrario ha sucedido en Colombia. Un estudio hecho por el economista colombiano Héctor David Bejarano Navarro (http://www.redalyc.org/pdf/909/90916111.pdf), demostró que la “Curva de Laffer” es una realidad en Colombia. Analizó el impacto de las reformas tributarias hechas en el período 1980-2005, para comprobar que todas las alzas en los impuestos nacionales han traído consigo una reducción en el recaudo.
Por supuesto que hay ahora que tapar el hueco que ha dejado la crisis del precio del petróleo, pero ya está demostrado técnicamente que el alza de los impuestos no es la única solución.
Por ello resulta pertinente que ad portas de una nueva reforma tributaria como la que proponen los expertos, los “padres de la patria” se valgan de argumentaciones técnicas como la famosa “Curva de Laffer” y ojalá se tomen la molestia de mirar aquella servilleta.
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