Estimado Juan José:
Existen muchas definiciones de la palabra encerrona en la lengua castellana, a saber: “Situación preparada de antemano en que se coloca a alguien para obligarlo a que haga algo contra su voluntad”; “trampa, emboscada” o ya con un sentido más acorde con el tema que adelante trataremos”: “Lidia de Toros en privado”, o mejor aún: “Retiro o encierro voluntario de una o más personas para un fin”. De todas las anteriores podemos, fusionándolas y enriqueciéndolas, obtener el sentido que a dicha acción se le da en el mundo del toro y que no es otra que “El encierro voluntario de una persona en un coso taurino para lidiar y dar muerte a una corrida completa, en solitario y ante la vista del público”.
Esta gesta, porque realmente lo es cuando se ejecuta correctamente, de enfrentar como único espada un encierro completo no era de común ocurrencia en la Fiesta dado que para programarla con altura se requería que se conjugasen una serie de circunstancias que no son fáciles de reunir en ese bello y extraño mundo de los toros. Sin embargo, de unos años para acá se han puesto de moda unas mal llamadas “encerronas”, que resultan más una parodia que una proeza taurina.
Citaré algunas de las condiciones que se deben dar para que un evento de esta naturaleza tenga la seriedad y trascendencia que esperan tanto quienes asisten a él, como quienes de manera íntegra, noble y correcta lo organizan. Si no se cumple con, por lo menos, los preceptos que aquí enunciaremos, es muy posible que lo que debería ser un referente de la Fiesta se torne en una “charlotada” mercantilista y vulgar. El orden en que citaré las pautas a seguir no necesariamente corresponde a su nivel de importancia dentro del contexto de la realidad.
Lo primero es que quien pretenda “encerrarse” sea un profesional que posea tanto vergüenza torera como idoneidad en lo que se refiere a técnica taurina y a estado físico atlético. La conjunción de estos elementos deberá necesariamente llevarlo a buscar, a sangre y fuego, la verdad de su valía como matador de toros. Y esta condición se persigue bien sea porque el “caché” del actor haya bajado en el circuito taurino internacional o porque pretenda colocarse a la cabeza de un escalafón que en determinado momento le está siendo esquivo. Un torero estando en la cúspide ni tiene la necesidad, ni va a correr el riesgo de enfrentarse a seis toros que pueden salir “de cualquier manera”, lo que en vez de servirle para fortalecer su carrera podría más bien perjudicarla. La ganadería a lidiar deberá ser de primera línea y de ninguna manera de las que se conocen como de corte “comercial”. De igual manera, la proeza debe intentarse ante el toro-toro y no frente al novillo adelantado que acostumbran lidiar las figuras. Y por último, es interesante saber que este tipo de hazañas no interesa realizarlas en América, ya que lo que sucede fuera de los ruedos ibéricos o franceses poco trasciende en la carrera de un torero de cartel. Y siendo así, pues no va a ser fácil que el matador de turno “haga el esfuerzo” que es en el fondo de lo que se trata un asunto de esta índole.
Los aficionados deben estar atentos cuando las empresas ofrezcan estas “encerronas”, pues algunas tienen solo fines económicos que corren a favor de la empresa y de los actores participantes. Es corriente ver como estas “gestas” se programan con remedos de toros que no ofrecen mayores riesgos o dificultades y con toreros que no tienen necesidad de demostrar nada. El peligro para el aficionado aparece cuando la empresa solo pretende engordar la taquilla a costillas de los incautos organizando caricaturas, parodias de lo que una “encerrona” debería ser. Conclusión: La “encerrona” pierde todo mérito y valor cuando se hace con fines únicamente comerciales.
Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.
Añadido: Buenas noticias. Si el señor Trump aplica las medidas proteccionistas con que está amenazando, esto conducirá necesariamente a minar el poder del “imperio” allende sus fronteras, lo que traería como consecuencia el principio del fin de la hegemonía gringa sobre nuestra América latina. ¿Será que estamos ad portas de una libertad efectiva para nuestros pueblos?
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