Sonia Rocío De la Portilla Maya * smaya@umanizales.edu.co
Los lamentables acontecimientos recientes, nos llevan a hacer algunas reflexiones frente a los desastres, con el ánimo de entender su impacto y dar algunos elementos para afrontarlos.
Un desastre es un suceso social detonado por un fenómeno natural o por acción del hombre. Este altera súbitamente las condiciones de vida cotidiana, sumiendo a la población en desamparo y sufrimiento, desbordando la capacidad de afrontamiento inmediato. Por lo tanto, es inminente recibir auxilios, tanto para las necesidades básicas vulneradas, como para la recuperación del equilibrio emocional.
La pérdida, el duelo o el trauma, deben considerarse no solo desde el ámbito personal, sino colectivo. Dichas pérdidas ocurren inesperadamente golpeando la seguridad, la territorialidad y los patrones cotidianos. Estos impactan de diferentes maneras a cada individuo y su forma de respuesta puede ser variable.
Con el desastre, los vínculos de las personas se alteran y se pierden los referentes de seguridad emocional. El dolor colectivo y compartido, generalmente despierta solidaridad. Se redefinen nuevos roles funcionales en torno a la supervivencia y la protección del grupo afectado. No obstante, hay riesgo de ocurrir una mayor desintegración del orden social, moral y estructural, acrecentando el caos y de esta manera, propiciando un segundo desastre.
Afloran reacciones normales ante estas situaciones anormales, tales como: trastornos del sueño, irritabilidad, activismo, apatía, síntomas depresivos, ansiosos, vómitos, mareos, abuso de alcohol y drogas. Reconocemos cuatro tipos de sentimientos frecuentes ante los desastres: Impotencia, indefensión (desprotección), omnipotencia (negación del hecho) y desesperación. Mediante los primeros auxilios psicológicos, se facilita la expresión emocional, se da soporte afectivo y apoyo, para permitir la recuperación del auto control, evitando la desesperanza y el colapso emocional. La sola escucha en un entorno de confianza y respeto, es de gran valor. También es posible ayudar a otros a encontrar alternativas que el sujeto no puede identificar, porque estaría abrumado por sus problemas.
Si eres tú el afectado, ahora tu vida se enfrenta a nuevos retos. Tú también puedes ayudar. En medio del dolor, ten presente que es posible vencer, reconstruir y salir adelante. No debes quedarte mirando el abismo. Propende por hallar una salida. ¡Comienza a subir, escalón por escalón, hasta llegar arriba. No estás solo, toma la mano amiga del que está a tu lado!.
* Psiquiátra psicoterapeuta infantil y de familia – Docente de la Universidad de Manizales.
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